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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Será pensamiento mío, que tal vez escandalice á muchas personas, pero que ahora se me ocurre y no puedo menos de expresarle: la primera Revolución francesa, en vez de acelerar el advenimiento de la libertad verdadera y los progresos del linaje humano, vino á atajarlos, poniéndoles, como obstáculo que tienen que saltar en su curso, el miedo y la repugnancia que los desórdenes y crímenes de la Revolución inspiraron.
Con esto se fueron alterando los Griegos, y los Catalanes á buscar la comida con las armas, con que todos los pueblos de aquella comarca quedaban desiertos. Andronico con infinitas quejas de los desórdenes y demasías de los soldados, se inclinó á seguir el parecer de su hijo, y poner remedio eficaz y violento á tantos daños.
En el sitio correspondiente a las grandes rejas que dan a la plaza de Oriente, sobre la cornisa, la huelga duraba toda la noche con gran animación, risas, guitarreo y algún refresco de horchata de cepas. Doña Cándida trinaba contra estos desórdenes, porque no podía pegar los ojos en toda la noche, y amenazaba a los transgresores con denunciarlos al Inspector general.
Al fin se coloca a la cabeza del Gobierno al doctor Maza, el maestro, el mentor y amigo de Rosas, y creen haber puesto remedio al mal que los aqueja. ¡Vana esperanza! El malestar crece, lejos de disminuir. Anchorena se presenta al Gobierno pidiendo que reprima los desórdenes, y sabe que no hay medio alguno a su alcance; que la fuerza de la Policía no obedece; que hay órdenes de afuera.
Pero la tradición tiene asignado otro papel a la Sala; allí Alcorta, Guido y otros han hecho oír en tiempo de Balcarce y Viamonte acentos de libertad y reproches al instigador de los desórdenes; necesita, pues, quebrantar esta tradición y dar una lección severa para el porvenir.
Esta abundancia de compañías de cómicos, y algunos desórdenes, que fueron su consecuencia, llamaron en distintas ocasiones la atención del Gobierno hacia ellos, y se dictaron algunas medidas para disminuirlos; pero no fueron bastante enérgicas para combatir el mal que se perseguía, y las disposiciones aisladas, que se adoptaron con este objeto, cayeron pronto en desuso.
Al canon del concilio de Aranda sucedieron en breve diversas prohibiciones análogas . Sin embargo, los desórdenes no se extirparon del todo, á pesar del celo mostrado por los superiores eclesiásticos, y merecieron en el siglo siguiente la condenación más severa. España á fines del siglo XV. Juan del Encina. La Celestina. Gil Vicente.
Todos sus desórdenes y malas andanzas son de escalera abajo. Lo singular del tipo está en su absoluta carencia de idealismo. Todo es vulgar en torno suyo: sus amigos, su criada, su manceba. Y así debía ser para que el libro surtiese el efecto que el señor Pereda se propuso.
Pronto se suscita entre ambos animada conversación, y el huésped, que se da á conocer por el nombre de Juan Pascual, como propietario, no noble, á la verdad, pero sí perteneciente á una familia de cristianos viejos, habla con la mayor libertad de las faltas del Rey y de los desórdenes y malestar del reino.
Era un jesuita, un hipócrita; vivía como un imbécil, sin alegría, sin amables desórdenes. ¿De qué le servía el dinero?... Aconsejaba a su sobrino que no entrase a verle en el viejo patio de las Américas. Te recibirá con unos aires de personaje que dan ganas de soltarle dos tortas... En cuanto a mis hijos, los dos han salido a su tío. Se pelean conmigo y me reniegan por menos de una perra chica.
Palabra del Dia
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