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Actualizado: 29 de mayo de 2025
El duque no era uno de esos hombres de torpes inclinaciones, estragados y vulgares, para los cuales los desórdenes de la mujer, lejos de ser motivo de desvío y repugnancia, sirven de estimulante a sus toscos apetitos. En su temple elevado, altivo, recto y noble, no podían albergarse juntos el amor y el desprecio; los sentimientos más delicados, al lado de los más abyectos.
El rey D. Felipe II, á pesar de su severidad en otras cosas, no fijó su atención, por más de un decenio, en estos desórdenes, ni publicó ley ni orden alguna que aludiese sólo á ellos . Pero en el otoño de 1597 excito su interés de nuevo este punto.
Había también otro motivo para que don Quintín persistiese en su rencor hacia don Juan; y era, que desde la época en que doña Frasquita dio crédito a los supuestos desórdenes de su esposo con Mariquilla, no dejó de atormentarle con furibundos celos.
Y las contraía, lo sé por experiencia. Si le hubiera dejado hacer, hubiera dado al traste con mi caja, pero, aunque le quería tiernamente, tuve que calmar su afición desmedida á pedirme prestado, porque vi que muy pronto me pondría en apuro, sin salir de ellos él mismo. Por otra parte, la señora de Freneuse me suplicó que no fomentase con mi dinero los desórdenes de Jacobo.
Se diría que Goethe, cuya defensa hemos hecho y a quien no creemos malo, allá en los momentos de mayor severidad contra sí mismo, cuando más descontento se hallaba de su pensamiento y de su corazón, hundió en él la mirada aguda y escudriñadora, hizo cruel examen de conciencia y sacó de allí las malas pasiones, las iras, las envidias, las concupiscencias, los demás apetitos viciosos, las tempestades, los desórdenes y las otras negras tintas con que traza la figura moral de su héroe.
Dios que conoce al hombre y sus inclinaciones, porque conoce su obra y la obra del hombre, no nos dió leyes débiles, cómplices de nuestras pasiones como las vuestras y testigos impotentes de nuestros desórdenes, sino que nos puso un freno, y este freno escluye de nuestra familia la poligamia y el divorcio, restableciendo entre nosotros el matrimonio edénico, de dos espíritus en una sola carne, inviolable en su pacto, legítimo en su fin, vivificador por su pudicicia.
Cuídese usted, don Ramón, decían los curas amigos, únicos que osaban aludir a los desórdenes de su vida. Va usted haciéndose viejo y a su edad, vivir como un joven, es llamar a la muerte. Sonreía el cacique, orgulloso en el fondo de que los hombres conocieran sus hazañas, y volvía a sumirse en su rabiosa hidropesía, sintiendo que cada trago de placer le quemaba con nuevos deseos.
Ya verás mañana á la noche si hablo ó no. Es que cuando voy á empezar me hace unas cosquillas la lengua ... y me trabo. Pero no tengas cuidado que los voy á dejar aturrullados. ¡Serenata á Morillo! dijeron cien voces. Señores exclamó uno de los mas célebres oradores de la Fontana váyase cada uno á su casa, que estos desórdenes nos van á desacreditar. Cada uno en paz á su casa; nada de gritos.
Las compañías de encapados o agentes de policía, establecidas por el virrey Amat, recibieron aumento y mejora en el personal con el nombramiento de capitanes, que recayó en personas notables. Pero los bandos se quedaban escritos en las esquinas, y los desórdenes no disminuían. Precisamente los jóvenes de la nobleza colonial hacían gala de ser los primeros infractores.
Para elegir un abad se echaba mano del personage mas temido de la comarca; por otra parte los magnates ambicionaban los bienes de la iglesia, la mitra y el báculo, y los conseguian en cambio de su protectorado. De aquí desórdenes irremediables, violacion de reglas, desprecio de los cánones, olvido de los estudios, depravacion del clero, ignorancia universal.
Palabra del Dia
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