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Actualizado: 20 de junio de 2025
Pues hay de aqui á Oran sesenta leguas, Y no piensas llevar mas de diez libras? No, porque tengo ya hecha una pasta De harina y huevos, y con miel mezclada, Y cocida muy bien, la qual me dicen, Que dá muy poco della gran sustento. Si aquesto me faltare, algunas yerbas Pienso comer con sal, que tambien llevo. Zapatos llevas? Tres pares buenos. Sabes bien el camino? Ni por pienso.
Y el acabar de decir esto y el comenzar a beber todo fue uno; mas, como al primer trago vio que era agua, no quiso pasar adelante, y rogó a Maritornes que se le trujese de vino, y así lo hizo ella de muy buena voluntad, y lo pagó de su mesmo dinero; porque, en efecto, se dice della que, aunque estaba en aquel trato, tenía unas sombras y lejos de cristiana.
Idos que fueron los caciques á sus tierras, aquel año que los tales caciques habian destar en sus tierras é Inca Yupanqui, mediante este tiempo, que no tuviese que hacer, tomó por ejercicio de irse á cazar, lo cual hacia los más de los dias; y otros dias se andaba por la ciudad mirándola y el sitio della, imaginando él en sí la órden que le habia de dar y el edificio é reedificacion que en ella pensaba hacer, como viese que aquellos dos arroyos que la ciudad tomaban en medio, que eran gran perjuicio en ella; porque, como las lluvias viniesen cada año, ellos venian de avenida, é como ansí viniesen siempre, comian la tierra y se iban ensanchando y metiendo por la ciudad, y via que aquello era perjuicio para la ciudad y para los moradores della, y que para hacer sus edificios y casas que en ella pensaba edificar, que era necesario reparar primero las veras de aquellos dos arroyos, y que éstos reparados, podria edificar todo cualquier edificio sin temor que las tales avenidas se los desluciesen.
En esto, llegaba ya la noche, y, al cerrar della, llegó a la venta un coche, con algunos hombres de a caballo. Pidieron posada; a quien la ventera respondió que no había en toda la venta un palmo desocupado. -Pues, aunque eso sea -dijo uno de los de a caballo que habían entrado-, no ha de faltar para el señor oidor que aquí viene.
Fuese llegando a la venta, que a él le parecía castillo, y a poco trecho della detuvo las riendas a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba caballero al castillo.
Y hecho esto, sentóse cabo della, preguntándome muy por extenso de dónde era y cómo había venido a aquella ciudad; y yo le di más larga cuenta que quisiera, porque me parecía más conveniente hora de mandar poner la mesa y escudillar la olla que de lo que me pedía.
Si no, dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.
D. TELL. Yo tomé, Celio, el consejo Primero que amor me dió, Que era infamia de mis celos Dejar gozar a un villano La hermosura que deseo. Después que della me canse, Podrá ese rústico necio Casarse; que yo daré Ganado, hacienda y dinero Con que viva, que es arbitrio De muchos, como lo vemos En el mundo. Finalmente, Yo soy poderoso, y quiero, Pues este hombre no es casado, Valerme de lo que puedo.
Y como Inca Yupanqui viese tan mal parado este pueblo del Cuzco, é ansímismo las tierras de labranzas que en torno dél eran, parescióle, viendo que tenia tiempo y gran aparejo para de nuevo reedificarla, y que primero que en el pueblo hiciese casa, ni el reparto de las tierras, que seria bien hacer y edificar una casa al sol, en la cual casa pusiesen y fuese puesto un bulto en el lugar do el sol reverenciasen y hiciesen sacrificios; porque, aunque ellos tienen que haya uno que es el Hacedor, á quien ellos llaman Viracocha Pachayachachic, que dice Hacedor del mundo, y ellos tienen que éste hizo el sol y todo lo que es criado en el cielo y tierra, como ya habeis oido; caresciendo de letras, y siendo ciegos del entendimiento en el saber, casí muchos varian en esto en todo y por todo, que unas veces tienen al sol por hacedor, y otras veces dicen que el Viracocha; y por la mayor parte, en toda la tierra y en cada provincia della, como el Demonio les traiga ofuscados, y en cada parte que se les demostraba les decia mil mentiras y engaños, y ansí los traia engañados y ciegos, y en los tales lugares do ansí le vian ponian piedras en su lugar, á quien ellos reverenciaban y adoraban.
Y hago esta comparación, que parece impropia, porque no hallo cosa mejor que el oro ni más hermosa que las perlas." Inclinóse a abrazarle Auristela, confirmando con su gravedad, cortesía y hermosura la opinión que della tenían.
Palabra del Dia
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