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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Aquí sólo sabemos, por carta que se ha recibido hoy, que vendrá a fines de agosto. ¡Qué pronto! exclamó Leto dejándose llevar, sin duda alguna, de su natural bondadoso. Y no se habló más de Nacho. Nuevas idas y venidas de Leto.
Pero aquel día no tuvo ni una mirada para aquel cuadro familiar y dejándose caer en una butaca, se abandonó a un verdadero acceso de misantropía agresiva. Su tío, su prima, su madre misma, pasaron allí un mal cuarto de hora. ¡Oh! ¿De qué no son capaces esos vividores camastrones que olvidan los derechos sagrados de la familia?
Sin embargo, noté que el dueño de la casa estaba preocupado y silencioso, y cuando se hubieron despedido todos los demás y quedádonos solos con él Federly y yo, empecé a bromear a Beltrán, hasta que exclamó, dejándose caer en el sofá: ¡Pues nada, que tienes tú razón y estoy enamorado, perdidamente enamorado! Así escribirás mejores versos le dije por vía de consuelo.
¡Ah, Dios mío! exclamó . ¡Usted... es posible! Sí, lo sabemos todo, su madre y yo dijo Juana sofocada , y he venido, he querido venir... aquí estoy. ¡Mi madre también!... murmuró Jacobo . ¡Ah, qué contrariedad!... ¡Qué desagrado! Pero, ¡pobre amiga mía! ¿qué viene a hacer aquí? Se pierde. Lo sé contestó dolorosamente dejándose caer en una silla , pero he querido verle una vez más. Y sollozaba.
Según vaya subiendo el sol me decía don Sabas desde su plinto calcáreo , y arreciando el remusgo allá abajo, irá la niebla esparciéndose y dejándose ver lo que está tapado ahora... ¡Pues también es cosa de verse desde aquí la salida del sol!... Y algún día hemos de verlo, si Dios quiere... y mejor desde más arriba... desde allá...
Vámonos, pues, á ver lo que sucede en casa de don Silvestre Seturas. No bien llegaron á ella los dos amigos, cuando el de Madrid, arrojando sobre una silla su sombrero, y dejándose caer sentado en la inmediata, dijo, entre desalentado y furibundo: ¡No puedo más, amigo mío! Esta reciente escena acabó con mi paciencia y con la última de mis pueriles ilusiones.
Vergara y el Obispo se han movido, En esto de salir, que no debieran, Al Perú: pero habiendo ya venido A Santa Cruz, dó nunca ellos vinieran; Allí les fuè por Chaves impedido El camino: yo creo que si pudieran Pasar, ellos pasáran; mas yo hallo Que en propio muladar bien canta el gallo. El Chaves á los Charcas va y camina, Dejándose á los pobres muy llorosos.
Tienen el aspecto de antiguos habitantes de la ciudad que han ido á pasar el resto de su existencia en el campo, dejándose cubrir por las petrificaciones ásperas y saludables de la vida rústica. Tal vez fueron pequeños tenderos; tal vez ganó él su retiro en una oficina.
«La desgracia no viene sola pensaba Adolfo. ¿Qué nos esperará después de estos nuevos golpes? ¿O habrá terminado ya la «racha negra»?... Pues la «racha negra» no había terminado, y otro golpe le esperaba todavía: fracasó en sus negocios y se enfermó del pecho... Dejándose vencer del desaliento, pronto hubiera muerto también Adolfo, sin la enérgica y generosa decisión de su hermana Laura.
¿Querrás creer, chico repuso Enrique, dejándose engañar como muchas veces por el tono serio que comunicaba Miguel a sus palabras, que no se me había ocurrido?... Cuando Marmita me las mandó, tuve un verdadero alegrón... Sí, sí, comprendo que habrá sido una de las más puras satisfacciones de tu vida. Enrique volvió a mirarle serio y amoscado, y continuó afeitándose.
Palabra del Dia
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