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Actualizado: 24 de junio de 2025


Esperaba el infante que Rocafort se comidiese sin volver segunda vez á requerille, pero como vió que alargaba el obedecer al rey, y no se daba por entendido, le dijo que él queria dar luego las cartas del rey que venian para el ejército, y decirles de palabra el intento de su venida, y que para esto mandase juntar el consejo general.

La otra le llevó lo pedido; y mientras el desgraciado joven escribía, Torquemada, meditabundo y con la frente apoyada en un solo dedo, fijaba en el suelo su mirar reflexivo. Al coger el documento que Isidora le presentaba, miró á sus deudores con expresión paternal, y echó el registro afeminado y dulzón de su voz para decirles: «Hijos de mi alma, no me conocéis, repito que no me conocéis. Pensáis sin duda que voy

En tanto, pues, que ella volvía, nunca dejó Preciosa las lágrimas ni los ruegos de que se entretuviese la causa de su esposo, con intención de avisar a su padre, que viniese a entender en ella. Volvió la gitana con un pequeño cofre debajo del brazo, y dijo al Corregidor que con su mujer y ella se entrasen en un aposento; que tenía grandes cosas que decirles en secreto.

Pero como no todos los lectores se hallan en igual caso, diré, sólo para los que no conozcan esta comarca, que al acercarse á ella después de atravesar las planicies de Castilla ó de la Mancha, enfrente de tanta belleza se siente ... no tener cerca de uno á todos los moradores de las grandes capitales del mundo civilizado, orgullosos con sus prodigios de arte, para decirles: «Mirad esa naturaleza, y pasmaos, porque junto á ella, todo es pequeño y raquítico.

Estos indios permiten en sus tolderías, y en todo el terreno en que se extienden, a cuantos indios Guaranís se desertan de sus pueblos y quieren vivir entre ellos; pero han de usar la política de avisarles y decirles que van a favorecerse de ellos.

Las campanas de la Catedral doblaban pesadamente con ecos plañideros y entrecortados de silencios, como suspiros de agonía. Pero sólo las campanas lloraban en aquella mañana llena de sol y vida. Escuchábalas yo sin emoción alguna y me daban ganas de decirles: «, ; ha muerto... Todo muere, y ha hecho como los demás, lo más tarde que ha podido, la venerable dama.

Y habría que decirles que la vida no es resignación, no es tristeza, no es dolor, sino que es goce fuerte y fecundo; goce espontáneo, de la Naturaleza, del arte, del agua, de los árboles, del cielo azul, de las casas limpias, de los trajes elegantes, de los muebles cómodos... Y para demostrárselo habría que darles estas cosas.

7 Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: YO SOY la puerta de las ovejas. 8 Todos los que antes de vinieron, ladrones son y robadores; mas no los oyeron las ovejas. 9 YO SOY la puerta; el que por entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.

Son estos naturales muy amantes al Rey, y muy obedientes a todo cuanto se les manda en su real nombre; en los cabildos el común modo de explicarse y de persuadir a los otros a que hagan lo que deben es decirles que así lo manda Dios y el Rey.

Dio algunos pasos, volvió sobre ellos, miró la larga fila de ventanas iluminadas y continuó reflexionando: «Apuesto cualquier cosa a que creen que soy, en efecto, un espía. ¡Idiotas! Hay que decirles que yo he sido también estudiante y he llevado melena como ellos. Me corto el pelo ahora, porque empieza a caérseme; pero eso no prueba que yo sea espía.

Palabra del Dia

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