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Actualizado: 9 de junio de 2025


Hablose en la mesa del tiempo, del gran calor que se había metido, impropio de la estación, porque todavía no había entrado Julio, aunque faltaban pocos días; de los trenes de ida y vuelta, y de la mucha gente que salía para las provincias del Norte. Con cierta timidez, se aventuró Fortunata a decir que su marido debía dejarse de píldoras, y decidirse a ir a San Sebastián a tomar baños de mar.

La aplicacion que hizo de sus conocimientos médicos en su propio individuo, inspiraron á los jesuitas que lo asistian, el mas vivo deseo de poseerlo; y sea que obrase en él la gratitud, sea que se hallase bajo el influjo de sentimientos mas elevados, no tardó en decidirse á pronunciar sus votos.

La población decrece en los sucesivos censos, aunque puede atribuirse á que no pocos coptós se hacen sectarios del Islam; la opresión y los malos tratos van aumentando contra los que no reniegan; y los tributos cunden y se agrandan poco á poco, hasta el punto de echar de menos los peores días del imperio bizantino. De todos modos, la cuestión es complicada y no debe decidirse de plano.

Y coroné esta narración llorando a lágrima viva, como que mi tristeza era real y verdadera. El cura, que hasta entonces no había podido decidirse a tomar en serio mis penas y mis palabras, ofrecía en aquel instante la imagen viva de la consternación. Aproximó su silla a la mía, me tomó de la mano y se esforzó en hacerme entrar en razón. Tu prima vacila; tal vez no se realice el casamiento.

Dios sabe cuántas proposiciones habría perdido la niña por culpa de aquel hombre, que gozaba todas las intimidades de un novio, sin decidirse nunca a serlo. Pero Conchita se mostraba sorda a los consejos de mamá. Ella lo pescaría; los hombres que las echan de listos caen cuando menos lo esperan: todo era cuestión de tiempo y de presentar buena cara.

Entonces los aficionados volvían los ojos a otros principiantes, esperando con una fe hebraica la llegada del matador gloria de Madrid. Gallardo no osaba aproximarse a esta demagogia tauromáquica, que le había odiado siempre y celebraba su decadencia. Los más de ellos no iban a verle en el redondel, ni admiraban a ningún torero del presente. Esperaban su Mesías para decidirse a volver a la plaza.

Cristela se sintió perpleja. ¿Cómo debía elegir marido, sólo por el rostro, o también por el alma? ¡Era tan grave esto de decidirse por un compañero para toda la vida!... Pensó entonces que lo mejor fuera consultar a Bob el enano, puesto que tanto sabía. Y le llamó con los más íntimos deseos de su corazón... Bob vino y le dijo: ¿Qué quieres, Cristela?

De cuya exposicion se debe inferir que las primeras informaciones se dieron sin preceder las exactas averiguaciones que pedia un asunto de tanta consecuencia, y que por sus circunstancias, sino debe despreciar aquel puerto y su continente, es de necesidad explorarlo con mas proligidad, antes de decidirse por ningun proyecto de poblaciones.

Ella había dudado una semana antes entre recibir á un pastor calvinista ó un sacerdote católico. En su vida cosmopolita, de incierta nacionalidad, no había tenido tiempo para decidirse por una religión. Al fin, escogía al último, por parecerle más simple de intelecto, más comunicativo... Varias veces interrumpió al sacerdote cuando intentaba consolarla.

Esta era la historia que él había oido y aunque no pasaba de cuento ó murmuracion, su resentimiento lo pintaba con caracter de verdad y le recordaba otros rasgos más por el estilo. El deseo de vivir libre y ciertos planes á medio bosquejar le hicieron decidirse por la idea de ir á Hong Kong. Si allí llevaban las corporaciones todo su dinero, el comercio debe ir bien y podrá enriquecerse.

Palabra del Dia

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