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Actualizado: 25 de junio de 2025


Mientras mejor dotado de brillantes cualidades entendía Rafaela que estaba un sujeto, y mientras mayores simpatías le inspiraba, mayor y más vehemente era en ella el deseo de corregir sus faltas, haciendo de él un dechado de perfección, hasta donde la perfección es dable a nuestra decaída humana naturaleza.

Así cruzamos toda la extensión de la «Vega», sin gozar de cerca de su admirable paisaje, ni poder mirar siquiera la estructura general de la histórica Santafé, villa decaída que solo cuenta hoy unos 4,000 habitantes, sentada entre huertos y cortijos á la margen izquierda del Jenil, como una vieja matrona que trabaja silenciosamente con su rueca, á la sombra de los naranjos de un patio florido.

Me ofreció una mano lánguida y me dijo: Buenos días, hija mía; siéntese un instante y deme noticias de su padre. ¿Está mejor? ¿Vendrá a comer esta tarde? Dígale usted que quiero absolutamente verlo... Necesito su filosofía para restaurar la mía, que está muy decaída... Tengo contrariedades que me asesinan. ¿Ha visto usted mi retrato?

Ella dijo, con acento mimoso de niña pequeña: , yo quiero que me lleves.... Pero ¿cómo?... No puedo andar.... Estoy muy cansada.... Tengo abajo al Romero, ¿sabes? Nos lleva a los dos en un vuelo. ¿En un vuelo? murmuró Carmen con deleite . Yo tengo muchas ganas de volar.... Salvador temió que delirase. Tenía un poco de fiebre y estaba muy decaída.

Se miró prolongadamente en la luna y murmuró como si hablase consigo misma: ¡De todos modos me encuentro bien cambiada, bien decaída, bien fea! ¿Cómo fea? La doncellita protestó con todas sus fuerzas de aquella monstruosa aserción. Jamás había estado tan hermosa la señorita. Parece mentira prosiguió ésta que una fiebrecilla gástrica me haya arruinado tanto.

Dos veces había preguntado por él á don Marcos, sin que éste se mostrase muy claro en sus explicaciones. «No le encontraba nunca en el Casino; se abstenía sin duda de frecuentarlo por miedo al juegoPresintió que el coronel sabía algo más y se negaba á hablar por discreción. Una mañana, el tedio del encierro galvanizó su decaída voluntad. ¿Por qué no ir en busca de aquellos amigos?

Y para que veas lo extraño y contradictorio de mi condición, o más bien lo extraño y contradictorio de la decaída condición humana, mi alma, que tan altos propósitos tuvo y que a tan alta misión quiso consagrarse, se dejaba arrastrar de sus regocijados ímpetus, de su perversión bondadosa y de su liviandad inveterada, hasta el extremo de buscar y de forjar aventuras como la que te conté ya del paraguayo y como varias otras que he tenido después y sobre las cuales prefiero callarme.

Casi todos los empleados, dejándose dominar por la avaricia, sobrecargaban, en beneficio de sus particulares intereses, las penosas tareas de los indígenas, en tanto que el Estado veia disminuir poco á poco sus rentas, sin poder proveer de lo necesario á las misiones para que llevasen adelante su ya decaida industria; por manera que desde entónces la provincia no hizo mas sino vegetar.

En el presente siglo la industria en cuestión estaba muy decaída, no sabemos si porque había menos clérigos ó porque había más sastres. En el quinto piso de la casa de Tócame Roque, situada en la calle de Belén, tenían su nido dos hermanas, sastras de ropas sagradas, que habían venido muy á menos.

No era posible que entre millares de hombres, formando una asociación poderosísima, no se albergasen la ambición, la codicia, el apetito de deleites y regalos y otras mundanas pasiones; pero entonces era tan elevado el propósito, era tan generoso y fecundo el pensamiento capital que informaba á la Compañía, y era tan numerosa y refulgente la falange de sus héroes, de sus santos, de sus exploradores, de sus sabios y de sus mártires, que deslumbraba con su resplandor y no dejaba ver lo vicioso y lo malo que había en la Compañía y que es tan inherente y propio y tan difícil de extirpar por completo de nuestra decaída naturaleza.

Palabra del Dia

rigoleto

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