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Actualizado: 5 de julio de 2025
Otra prueba de la debilidad de nuestro espíritu y de la inutilidad de los esfuerzos que empleamos en combatir nuestras inclinaciones.
Y pensaba que aquellos insulares, contra los cuales su patria estaba en guerra, despues de todo no tenían más crímen que el de su debilidad. Los viajeros abordaron tambien á las playas de otros pueblos, pero por hallarlos fuertes, no trataron de su singular pretension.
Vaya, señora doña María, perdón al canto, y todo se acabó. No se meta usted en lo que no le importa, Sr. D. Paco dijo la condesa . Y tú, Inés, ten entendido que serás perdonada, si las cosas no siguen adelante. Y no digo más sobre el particular. Ya saben ustedes que soy benévola hasta la exageración, tolerante hasta la debilidad.
Si también sobre ella habían obrado turbadoras seducciones, y había sabido domarlas y alejarlas, ella, que a juicio del mundo habría sido más excusable al acogerlas, ¿no era natural que juzgara severamente la debilidad de ese hombre?
Abriendo después la puerta, mas sin salir de la alcoba, la señora siguió hablando con su sobrino: «Ya sabes lo que te he dicho. Hoy no me sales a la calle... Y desde mañana empezarás a tomarme el aceite de hígado de bacalao, porque todo eso que te da no es más que debilidad del cerebro... Luego seguiremos con el fosfato, otra vez con el fosfato. No debiste dejar de tomarlo...».
La muerte era probable, la enfermedad segura, los dolores terribles, insoportables..., matemáticos; por bien que librara, los dolores tenían que venir. ¡No! ¡No! ¡Jamás! ¿Para qué? ¡Otra vez la cama, otra vez el cuerpo flaco, el color pálido, la calavera estallando debajo del pellejo amarillento; la debilidad, los nervios, la bilis..., y el tremendo abandono de los demás, de Bonis, del tío, de Minghetti! ¡Oh, sí!
Los Lorenzistas volvieron otra vez con sus escusas, esponiendo la debilidad y cansancio de sus caballos, y por tanto decian, que enviarian 30 soldados al socorro, que ellos se defenderian por sus tierras, y por otra parte pelearian con el enemigo.
No puede concebirse la audacia de Luisa, sino por la esperanza de que la debilidad de su marido la salvaría del apuradísimo trance en que se encontraba. Porque no se les había dicho por qué se les había preso, y la prisión no podía ser resultado sino del envenenamiento de la reina ó del robo hecho á Montiño.
Al día siguiente Fortunata se sentía mejor; pero aún estaba en la cama cuando su marido, después de dar una vuelta por la botica, subió a verla. «¿Qué tal? le dijo inclinándose sobre ella y besándola en frente . Te puedes levantar. El día está bueno. ¡Ay!, yo tengo menos salud que tú, y no me quejo tanto. Siento tal debilidad que a veces me cuesta trabajo mover un dedo.
Me daba vergüenza mi debilidad, pero verdaderamente dudaba de mi valor... ¡Yo no! Pero sufrir por nada, por gusto, no me parece necesario. Está dicho, se ha torcido usted un pie... ¡Bah! bastará una simple rozadura. Bien; así no tendrá usted necesidad de médico; nada más que una compresa y un bastón... Permítame usted que le ofrezca el mío; no es elegante, pero es sólido, como su dueño.
Palabra del Dia
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