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Me parece que esta circunstancia ha cedido á una especie de vaga superstición y de debilidad pueril, á que no debía haberse doblegado jamás una alma de su temple y á la que yo mismo he hecho mal en someterme. ¿Cómo no comprendí que me imponía con un aumento de inútil sufrimiento, un papel sin franqueza y sin dignidad? ¿Qué haré yo en adelante? ¿No es ahora cuando con justo motivo, podría reprochárseme el jugar con los sentimientos más sagrados?

Tenía sólo bastante conciencia y corazón para estar constantemente atormentado por la debilidad que le impedía ese renunciamiento. Y en aquel instante su espíritu se libertaba de toda traba y se exaltaba con la perspectiva imprevista de verse libre de su larga esclavitud.

Llegaron a la Aduana, pidió permiso el que los mandaba para entrar a saludar a la Regencia, se lo negamos, creyendo que los de la Junta no habrían perdido el juicio; insistió D. Pedro, golpeando el suelo con el sable y profiriendo amenazas y bravatas; entramos a notificar a los señores qué clase de estantiguas querían colarse en el palacio del gobierno, y este al fin consintió en ser felicitado por los caballeros a la antigua, temiendo despopularizarse si no lo hacía. ¡Debilidad propia de autoridades españolas!

Las mismas sensaciones se hallan en los miembros superiores é inferiores con síntomas de parálisis: debilidad, laxitud, temblor, movimientos irregulares, adormecimiento, vacilacion, frio, sensacion de quemadura, dolor paralizante y aun calambre en el pié. El calambre está aislado en medio de una multitud de otros síntomas neurálgicos.

No puedo tomar caldo ni leche, y, sin embargo, mi estómago está bueno; pero no funciona porque no le puedo dar alimento. La tirantez, sequedad, dolor y debilidad de la cabeza son insufribles.

Yo maldigo la locura de mis proyectos, la increíble debilidad de mi razón, que se deja deslumbrar por la menor ilusión y claudica ante cualquier capricho; me indigno contra mismo y cedo, no obstante, a la indignación que me arrastra sin intentar resistir. Hay más aún.

Uníanse en el jardín las carcajadas de Monina, que saltaba a la cuerda, con los mugidos del mar, que azotaba a la costa, como si en aquella naturaleza tan bella, tan en calma, tan espléndida, se armonizara lo inocente con lo terrible, el mar y el niño, la extrema debilidad y la extrema fiereza.

La procesión no tenía armas. La supuesta debilidad del Gobierno se había trocado en inquebrantable firmeza. Algunos empezaron á desertar, desfilando por la calle de Milaneses y la plazuela de San Miguel. El retrato descansaba en tierra y se movía adelante y atrás, poco seguro en manos de sus portadores.

Pero es el caso que tengo un amigo que es de esos hombres que se dejan impresionar fácilmente por la última persona que oyen, de esos caracteres débiles, flojos, apáticos, irresolutos, de reata, en fin, que componen el mayor número en este mundo, que nacieron, por consiguiente, para obedecer, callar y ser constantemente víctimas, y cuya debilidad es la más firme columna de los fuertes.

Y contribuirán aún mucho menos, si los Estados Unidos, según ya se prevé, nos exigen indemnización por esos saqueos y esos incendios, que sin el favor y aliento que dan á los rebeldes, no se perpetrarían, y si el Gobierno español tiene la debilidad de someterse y de pagar. Esperemos, aunque se resista y no pague, que no haya violencia ni guerra internacional.