United States or Guatemala ? Vote for the TOP Country of the Week !


El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y, por tener qué reír aquella noche, determinó de seguirle el humor; y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él, ansimesmo, en los años de su mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes, donde había ejercitado la ligereza de sus pies, sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos, y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España; y que, a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquiera calidad y condición que fuesen, sólo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes, en pago de su buen deseo.

Últimamente vivía con una tal Feliciana, graciosa y muy corrida, dándose importancia con ello, como si el entretener mujeres fuese una carrera en que había que matricularse para ganar título de hombre hecho y derecho. Dábale él lo poco que tenía, y ella afanaba por su lado para ir viviendo, un día con estrecheces, otro con rumbo y siempre con la mayor despreocupación.

Siguieron otro rato en silencio, y don Melchor, dándose una palmada en la frente, exclamó: ¡Ya lo que tienes! ¿Qué? Mal de la tierra. A me ha pasado siempre lo mismo. Cuando saltaba en tierra después de algún viaje ¡me entraba una desazón, una tristeza, un deseo tan grande de volverme a bordo! Duraba dos o tres días hasta que me iba acostumbrando.

Todo ello no puede emprenderse en la presente época, es menester poco á poco ir adelantando, y dándose la mano uno con otro, á proporcion de sus prosperidades y ventajas.

¿Vives en Lancia? , señor. ¿Quién es tu madrina? Una señora. ¿Cómo se llama? Amalia. ¡Porra! exclamó Fray Diego, dándose una palmada en la frente. Es la niña recogida por D. Pedro Quiñones. ¿Es verdad que se llama D. Pedro el marido de tu madrina? , señor. Vamos, levántate, hija mía. Ahí no estás bien. Vente con nosotros. ¡Oh, no, por Dios! ¡No me lleven a mi madrina!

La luna, filtrándose con trabajo por una nube, comenzó a alumbrar aquella fatídica escena. Phs, phs, amigo dijo el alcalde al cabo de un rato, sin avanzar un paso. Oir el ladrón este amical llamamiento de la autoridad y emprender la fuga, fué todo uno. ¡A él, Marcones! ¡Fuego! gritó don Roque, dándose a correr con denuedo en pos del criminal.

Pero, don Bernardino, exasperado, no estaba para oír lamentaciones; a lo hecho pecho, y fastidiarse, y morderse el codo: cuando suceden las cosas, no hay que perder el tiempo en inquirir las razones, sino buscar el remedio, pronto, eficaz, enérgico; que no le calentara la cabeza, recriminándole; ¿parecíale que no tenía él bastante con su propio sufrimiento, y con los dos días y sus noches, que había pasado en aquella cama maldita, revolcándose, dándose de testaradas, tras de la idea, el medio, la forma de salvación común? ¿que no era poco martirio, verse así, a su edad, después de haber trabajado tanto?

Don Bernardo de Beamonte, que así se llamaba el caballero, era, como buen navarro, testarudo, y la negativa de sus pretensiones amorosas le empeñó más y más en ellas, dándose el caso de que la posadera, para evitar encuentros y asechanzas, adoptase, como prudente medida, la de irse por algunos días á vivir con ciertos lejanos parientes.

Escogió Arjona con buen acierto aquel lugar para edificar tales jardines, comenzándose las obras en 1826, y dándose por terminadas en 1829, con gran satisfacción de los sevillanos.

En esto llegó, desalada, Paca, se abrió paso por entre el círculo de curiosos y, dándose por enterada instantáneamente de lo acaecido, comenzó a decir a grito herido: ¡Eso! ¡Eso! Estos desalmados quieren enchiquerar a la pobresita de mi niña.