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Actualizado: 13 de julio de 2025
No diga usted nada, Polidora; se lo ruego... Hay que enseñar a don Máximo a no ser curioso. Tendré que contar, ciertamente, su fechoría de usted a su señor padre respondió el ama de gobierno. Nada me impedirá cumplir con mi deber. Elena respondió con dulzura: Hará usted bien. Y dirigiéndose a Luciana, le preguntó si le gustaban las flores e hízole admirar las que formaban su ramo...
Pero más que curioso por aclararle, quedé preocupado y triste con la pintura hecha por don Celso del estado de su espíritu. Para llegar a tales extremos de franqueza un hombre de su temple, ¿cuál no sería el peso de su tribulación?
El curioso se sintió más confundido: soltó el cordón, y paso á paso, y muy quedito, bajó mirando á todos lados con cautela como un ladrón.
No sabían si aquel desconocido madrugador, con capa raída, sombrero ajado y botas viejas, era un curioso o uno del oficio que buscaba sitio en la catedral para pedir limosna. Molestado por este espionaje, Luna siguió adelante por el claustro, pasando ante las dos puertas que lo ponen en comunicación con el templo.
Salimos del gabinete Amaranta y yo, dejándolas solas para que hablaran a su gusto; pero la condesa apostándose tras de la puerta, me dijo con malicioso acento: Yo me quedo aquí para oírlo todo. Será curioso lo que hablen. Ya sabes que en palacio he realizado grandes cosas escuchando detrás de las cortinas. No es ningún negocio de Estado lo que van a tratar. Yo me voy.
Más que por hacerla daño, la pegaba para satisfacer su orgullo; quizá hallando también cierta voluptuosidad en ello. De todos modos, no dejaba de ser curioso y extraño ver á aquella mujer, alta, fornida y arrogante, sufrir con resignación los golpes de un sujeto tan exiguo. Porque Velázquez era valiente, y lo había demostrado en varias ocasiones; pero siempre con la navaja.
Curioso fuera saber á qué especie de sensibilidad pertenecen las ideas abstractas y los actos con que las percibimos; así como esos otros: yo quiero, no quiero, elijo esto, mas quiero esto que aquello.
Nada mas curioso que ese conjunto de hábitos y costumbres á que da lugar en Alemania la existencia de algunas Universidades. En Lóndres y Edimburgo, como en Paris, Berlin, San-Petesburgo y Viena, las Universidades crean, sin duda, un movimiento que tiene su carácter particular, como el del barrio latino en Paris.
Es muy curioso que sólo sea capaz de gobernar aquél que no ha podido obtener un día de reposo, y que después de haber destrozado, envilecido y ensangrentado su patria, se encuentra que, cuando creía cosechar el triunfo de tantos crímenes, está enredado con tres Estados americanos: con el Uruguay, el Paraguay y el Brasil, y que aun le quedan a su retaguardia Chile y Bolivia, con quienes tiene todas las exterioridades del estado de guerra; porque por más precauciones que el Gobierno de Chile tome para no malquistarse con el monstruo, la malquerencia está en el modo de ser íntimo de ambos pueblos, en las instituciones que los rigen y las tendencias diversas de su política.
Si menciono aquí los papeles póstumos de Escobar, no es porque me hayan recordado a don Amaranto, sino porque en ellos se habla de Belarmino y Apolonio, y señaladamente que me proporcionaron un documento curioso y útil, del cual puede aprovecharse asimismo el lector. Copiar todo lo que a Escobar se le ocurrió acerca de los dos zapateros, sería enfadoso.
Palabra del Dia
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