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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Sospechaba que tal vez fuese una tontería, pero su afán por lo maravilloso la hacía sentir esperanzas, y como el que busca la curación al pie de imagen milagrosa, la pobre Borda pasaba los ratos de descanso al pie de la palmera, que la protegía con la sombra de sus punzantes ramas.

Luego escupía un gusano, una piedra, una culebra pequeña ó una araña. Era la enfermedad que acababa de sacarles del cuerpo.... Algunos se morían; pero era porque les faltaba paciencia para esperar la curación y llamaban al médico. El mejor de sus secretos insinuaba Jaramillo es el que cura la mordedura de las víboras. Me lo reveló poco antes de morir.

»Aprovechando uno de aquellos momentos en que el estado de Cornelia dejaba entrever ciertas esperanzas de curación, le dieron la noticia, y como pensaron que su salud podía depender de esta unión tan deseada, se fijó el día y se convino en celebrar el enlace en una capilla inmediata a la casa. Debía ser ayer, a esta misma hora, y precisamente cuando ella cumplía los diez y siete años.

Por fin llegó el ansiado viernes, y efectivamente, libre de todo sufrimiento físico y moral, subí la destartalada escalera que conducía al consultorio del Dr. Idiáquez. Este me recibió afablemente, y me aseguró que mi curación era definitiva. Ese día compré un busto de Hahnmann y lo coloqué en lugar prominente de mi biblioteca.

Una de las que más tiernamente le felicitaron por su curación fue la hermana mayor de su amigo Steimbourg. Esta amabilísima joven, que tenía costumbre de mirar a los hombres cara a cara, observó que M. L'Ambert había salido de la última crisis más hermoso que nunca. Y en realidad, parecía como si aquellos dos o tres meses de enfermedad hubiesen dado a su rostro un no qué de perfecto.

El notario estaba radiante. Todos sus amigos de los días pares, todos los altos dignatarios de la francmasonería del placer, le dieron la enhorabuena por su curación milagrosa. Reinó durante todo un entreacto en aquel reino envidiable.

La petición no era otra que la mano de Abisag. Salomón estaba de tan buen talante con la radical curación de Echeloría, que en seguida consintió en que Abisag se casara. Además, Abisag iba ya pasando de la juventud a la edad madura, y como la mayoría de las solteras algo pasadas, estaba tan jaquecosa, que Salomón no la podía aguantar, y se alegró de salir de ella. Todos, pues, fueron felices.

El pobre sonreía á Chichí, que velaba junto á él con cierta autoridad, como si estuviese en su casa. Transcurrieron dos meses. René se mejoró; ya estaba casi restablecido. Su novia no había dudado de esta curación desde que la dejaron permanecer junto á él.

Tres o cuatro días estuvo el duque de Tornos entre la vida y la muerte. Al cabo cedió la calentura, y desapareció la gravedad. Sin embargo, la curación debía ser larguísima. Había dos costillas fracturadas, la mandíbula inferior también, y sobre esto, terribles magullamientos en otros varios parajes del cuerpo. Al cabo de un mes pudo trasladarse a Madrid.

Con la aplicación de unas compresas de agua fría, su dolor se calmaba. Algún tiempo después de la quema sentía relativo bienestar, y se creía mejor y alababa a Golfín ampulosamente. Pasados diez o doce días con este sistema, el sabio oculista aseguraba que en todo Agosto estaría el buen señor muy mejorado, y que en Setiembre la curación sería completa y radical.

Palabra del Dia

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