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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Fuime con él, y díjome: -Aquí te podrás ir mientras cumplo con esta gente; que ya vamos de vuelta y hoy comerás conmigo. Yo, que me vi a caballo, y que en aquella sarta parecería punto menos de azotado, dije que le aguardaría allí; y así, me aparté tan avergonzado, que a no depender de él la cobranza de mi hacienda, no lo hablara más en mi vida ni pareciera entre gentes.
A los moralistas, a los economistas y a los legisladores toca buscar y encontrar los remedios. Toda la ambición del «Diario» que sigue es notar los signos y marcar las manifestaciones de ese mal. Aiglemont, 26 septiembre 1903 Abuela, abuela grité aquella mañana al salir de la cama, felicítame, porque hoy cumplo veinticinco años...
El se muere por «plantarle una fresca al lucero del alba», como suele decir, y cuando tiene un resentimiento, se «lo espeta a uno cara a cara». Como tiene trocados todos los frenos, dice de los cumplimientos que ya sabe lo que quiere decir «cumplo y miento»; llama a la urbanidad hipocresía, y a la decencia monadas; a toda cosa buena le aplica un mal apodo; el lenguaje de la finura es para él poco más que griego; cree que toda la crianza está reducida a decir «Dios guarde a ustedes» al entrar en una sala, y añadir «con permiso de usted» cada vez que se mueve; a preguntar a cada uno por toda su familia, y a despedirse de todo el mundo; cosas todas que así se guardará él de olvidarlas como de tener pacto con los franceses.
Los otros hermanos son capaces de matarme. Yo cumplo con darte el aviso. ANDREÍ
»Señor cura: »Ya no se casa nuestra señorita. Como tengo gran confianza en el buen San Pablo, había prometido al gran apóstol dar un paso cerca de usted en el caso de que nuestra señorita no se casara con el señor que ha venido con motivo de las antigüedades de la señora. »Cumplo mi voto. »Pienso, señor cura, que Santa Catalina no es una verdadera solterona, puesto que murió joven.
Los cumplo el domingo; hasta entonces ya me hará usted crédito. Todos se rieron, y aquellas señoras se levantaron para despedirse. ¿Decididamente no quiere usted ser de los nuestros? preguntó la castellana con mucha amabilidad a Liette. Imposible, señora; pero agradezco a usted mucho su amable invitación.
Una cosa voy a pedirte: que el día que ya no me quieras me hables francamente, y me digas la verdad, ¡toda la verdad! Tú dirás que estos temores míos son infundados, que son locuras mías.... ¡Dí lo que quieras! Yo cumplo con no ocultarte nada, nada de cuanto pienso y siento. Ya sabes que no tengo secretos para ti, y que cuanto se me ocurre te lo digo, aunque sea en contra mía.
Será, con permiso de Vuecencia, porque el diablo reclame lo suyo, o por otra causa; pero ello es. Y cómo el que se ahoga se agarra a lo primero que alcanza con las manos, y Vuecencia tiene poca práctica para esos fregados, porque ha nacido para cosas más altas y más nobles..., cumplo con un deber, hasta de conciencia, dándole respetuosamente este aviso.
Así lo he hecho yo y así espero que lo haga él. Es joven y tiene el mundo por delante; que trabaje y se haga hombre...» Hijo mío, yo cumplo el encargo. Espero que no te ofenderás por ello. Mario quedó tan aturdido que no habló una sola palabra. Las de su suegra le sonaban en el cerebro como martillazos.
Y como prueba de lo que venimos diciendo, manifestaremos que departiendo acerca de estos escabrosos particulares con el pintor Jacques Fabrice, a cuya casa solía ir por las tardes con el fin de tomar una taza de te y fumar un cigarrillo, se expresaba en estos términos el señor de Pierrepont, dirigiéndose a su amigo: ¿Sabes lo que me pasa? Hoy cumplo treinta y un años.
Palabra del Dia
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