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Actualizado: 21 de junio de 2025
La muerte es la única redención posible. Además, ellos entienden que deben matarse en castigo de sus culpas. ¡Va, que la mort soit ton refuge!
Porque a lo mejor me sale por malagueñas, y me da el gran susto». «¡Se parece a tu enemigo! repitió Maxi, volviendo a la idea que le había excitado ligeramente . Es una desgracia para él. Y si en lo moral saca la casta, peor que peor. El niño inocente no es responsable de las culpas del padre; pero hereda las malas mañas. ¡Pobre niño!, tengo lástima de él.
Desde entonces ocupa aquel puesto, negro, flaco y desplumado, azotado por la lluvia y empujado por el viento, del que guarda siempre la cola. Ya no se llama Medio pollito, sino veleta; pero sépanse ustedes que allí está pagando sus culpas y pecados; su desobediencia, su orgullo y su maldad.
Cuatro mil, cinco mil duros... lo que sea. ¡Eh! ¡Me parece que la solución no es mala! Allí, en el recogimiento, limpiará su alma de culpas.
Había estado tranquilo el mar por muchos días, y apenas pusieron el pié en la nave cuando se cerró el cielo, bramaron contrarios los vientos, y no pudiendo sufrir aquel elemento el peso de tantas culpas se alborotó a toda furia, oponiéndose a sus destinos hasta sacudir la carga de encima de sus espaldas.
Cuando calló la beata volvió a la realidad el clérigo, y como una máquina de echar bendiciones desató las culpas de la devota, y con la misma mano hizo señas a otra para que se acercase a la celosía vacante.
Yendo al reducido mundo exterior con que estaba en relaciones y regresando á su morada, y siempre solitaria en esos paseos, creyó Ester, ó se imaginó creer, que la letra escarlata la había dotado de un nuevo sentido. Se estremecía al pensar, y no podía menos de pensar así, que aquella le proporcionaba una especie de conocimiento intuitivo de las culpas secretas de otras almas.
Ni mucho menos, Amaury; antes bien, la recuerdo con todos sus detalles y como tú no conoces éstos, me permitirás que te los cuente para que sepas hasta dónde llegan tus culpas para con tu amigo Felipe. Pero, hombre, ¿habrás sido capaz de venir a provocarme a un duelo retrospectivo? ¡Qué disparate!
«Las doce, había dicho el sereno, ¡ya era mañana! es decir, ya era hoy; dentro de ocho horas la Regenta estaría a sus pies confesando culpas que había olvidado el otro día». ¡Sus pecados! dijo a media voz el Provisor, con los ojos clavados en la llama del quinqué ¡si yo tuviese que confesarle los míos!... ¡Qué asco le darían!
Como yo no vengo aquí a hacer pública confesión de mis culpas, no diré si por carácter vacilo; pero sí confesaré que, salvo en ciertas cuestiones de primer orden, en que sostengo siempre la misma opinión, rayando en tenacidad mi consecuencia, suelo en muchas otras, que considero secundarias, vacilar con demasía y no acabar nunca de decidirme, fluctuando entre los más encontrados pareceres.
Palabra del Dia
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