Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de mayo de 2025
Cualesquiera que fueran las culpas, que tanto le costaba confesar, sentía en el fondo de mi alma que le eran muy liberalmente perdonadas. Repentinamente esa mirada que no me abandonaba, tomó una fijeza extraordinaria, vaga y terrible; su mano se crispó sobre mi brazo; se levantó de su sillón y volviendo á caer en el instante, se resbaló pesadamente sobre el pavimento: ya no existía.
Acuérdate de lo mucho que hemos hablado de esto en las largas noches de invierno. Mi pensamiento se va nublando, y temo que, si no doy punto aquí, me falten fuerzas para firmar esta. Dentro de poco habré cerrado mis ojos a la luz de este mundo. Quiera Dios abrírmelos a los de la gloria eterna. He recibido los Santos Sacramentos, y espero el perdón de mis culpas.
Una exaltación de su sensibilidad la hacía ver culpas y remordimientos en todos sus actos anteriores. «Además, las mujeres continuó diciéndose , al menor choque nervioso, lo primero que pierden es la lógica.» Necesitaba concentrar su rencor en alguien que no fuese ella, y como Miguel creía no haber perdido la lógica, hizo caer la responsabilidad de todo sobre Martínez. Este era el único culpable.
En tan negro desamparo, elevé mi pensamiento hacia Dios; y tampoco hallé el consuelo que buscaba, porque no tuve fuerzas para llegar a tan alto en tan mala compañía. La conciencia de mis culpas me cerraba todos los caminos que yo intentaba seguir mendigando un instante de sosiego. ¡Como si le mereciera!
Dios se la quitó de delante con una enfermedad, en que arrepentida de sus culpas y deshaciéndose en lágrimas de contricción y arrepentimiento, sin permitir que jamás entrase su galán en su Rancho, pasó con grande esperanza de su salvación á la otra vida; con que ella difunta, volvió él á su Reducción, donde comenzó nuevas obras y entabló nueva vida, que prosiguió con tanto contento y gozo de su espíritu, que jamás en adelante volvió á los torpes y brutales gustos de la carne.
Vos lo sabéis todo, don Francisco dijo la joven con anhelo. Lo sé, señora, y lo sé tanto, como que aún estoy dudando de ello. No os pregunto cómo lo sabéis, no tengo tiempo para nada, ni cabeza; me estoy muriendo; sobre mí vienen... Las culpas ajenas os premian. ¿Qué decís? ¡Si le amáis! ¡Dios mío! pero... yo hubiera vencido esta afición... ¿Y á qué vencerla?
Dios Nuestro Señor ha elegido mi cabeza inocente para que sobre ella caigan las culpas de otros. A mí no puedes engañarme... Llega y ayúdame a levantar la sepultura... No tardaré en morir, y si tardase os faltaría paciencia para esperar... Porque no acabéis en la horca he pensado repartiros mis bienes.
Como entrevistas a la luz de los relámpagos, las mayores culpas de su vida se reanimaron en su conciencia.
El hombre amado sería de otras; ¡y ella misma lo entregaba!... Pero la noble tristeza del sacrificio le infundió serenidad. Era una renuncia más para expiar sus culpas. Julio bajó los ojos, perplejo y vencido. Le aterraba la imagen del porvenir esbozada por Margarita.
Palabra del Dia
Otros Mirando