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Actualizado: 18 de mayo de 2025


El banderillero, metido entre los cuernos, corrió de espaldas agitando la capa, no sabiendo cómo librarse de esta situación peligrosa, pero satisfecho al ver que alejaba al toro del herido. El público casi olvidó al espada, impresionado por este nuevo incidente.

En el fondo de esta masa verdosa, iluminada con transparencias de ópalo por el sol poniente, veía agarradas a las peñas extrañas vegetaciones, bosques minúsculos, en cuyas frondas pegajosas movíanse bestias de formas fantásticas, rampantes y veloces o torpes y sedentarias, con duras corazas grises y rojizas, erizadas de defensas, armadas de tenazas, de lanzas y de cuernos, dándose caza entre ellas y persiguiendo a seres menos fuertes que pasaban como exhalaciones, haciendo brillar en la rapidez de la fuga su transparencia de cristal.

El público no se atrevía a hablar ni a respirar siquiera, pero en sus ojos brillaba la admiración. ¡Qué mozo! ¡Se iba a los mismísimos cuernos!... Golpeó impacientemente la arena con un pie, incitando a la fiera para que acometiese, y la masa enorme de carne, con sus agudas defensas, cayó mugiente sobre él.

JUAN. Señor autor, haga, si puede, que no salgan figuras que nos alboroten, y no lo digo por , sino por estas mochachas que no les ha quedado gota de sangre en el cuerpo de la ferocidad del toro. #Tostada#. Y ¡cómo, padre! No pienso volver en en tres días; ya me vi en sus cuernos, que los tiene agudos como una lesna. JUAN. No fueras mi hija y no lo vieras.

Las varas estaban ocupadas por un buey blanco, lustroso, con cuernos enormes y muy abiertos, un animal semejante á los que figuraban en las ceremonias religiosas de los antiguos. A su derecha iba enganchado un caballo, á su izquierda un asno grande y enjuto.

La fugitiva cabra, temerosa y despavorida, se vino a la gente, como a favorecerse della, y allí se detuvo. Llegó el cabrero, y, asiéndola de los cuernos, como si fuera capaz de discurso y entendimiento, le dijo: ¡Ah cerrera, cerrera, Manchada, Manchada, y cómo andáis vos estos días de pie cojo! ¿Qué lobos os espantan, hija? ¿No me diréis qué es esto, hermosa?

Y después serían muy amigas, y a paseo irían juntas, y llegarían a burlarse juntas del ridículo señor de las patillas, su deudor y esposo respectivamente... y hasta llegaba a pensar en los cuernos que su señora tía acabaría por ponerle al infiel administrador, ¿con quién?, con el primo Sebastián, por ejemplo.... Y hasta enredaba la madeja en su fantasía de modo que resultaba que ella, Emma, tenía alguna culpa en la desgracia de su tío... y ¿qué?, mejor. ¿No la había él engañado a ella? ¿No la había robado?

La raza vacuna se divide en dos ramas de muy distinta procedencia: la una, originaria de la Península, conserva sus caracteres distintivos, hasta la bravura, aunque en menos escala, como se ha probado en las numerosas corridas celebradas en Manila. La otra variedad es la indiana, con joroba y cuernos retorcidos. Todas son de mucha utilidad y de carnes muy sabrosas.

Los pastores provenzales llaman a esta maniobra: volver cuernos al viento. ¡E infelices los rebaños que no se conformen con ello!

Palabra del Dia

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