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Y no faltaba quien añadiese, jurando haberlo visto, que sólo con acercar la uña, cuando estaba él bien cargado y saturado de electricidad, encendía un candil o disparaba un cañoncito muy cuco que se usaba para esta experiencia.

El taller entero tenía entrañas maternales para aquellos niños y su valerosa hermana, afirmando que sólo la Virgen era capaz de infundirle los ánimos con que trabajaba, sostenía las criaturas, y vivía alegre y contenta como un cuco. Del casco mismo de Marineda procedía la otra amiga de Amparo: aunque frisaba en los treinta, su menudo cuerpo la hacía parecer mucho más joven.

Ya, pues, repuso el otro, con una sonrisa maliciosa, mientras nosotros observábamos un caballito de garbosa apariencia, que relinchaba con mucho brío. Eh, señorito; añadió el chalan, con el acento mas meloso; píntele usté el ojo á esa jaca, y dígame si hay un primor mas cuco en toas leas Andalucías, Cierto que es muy bonita la jaca, Ah-¿Usté se despresa en español? No parecia....

Allá a lo lejos suena el canto del cuco. No tardará en comenzar el ruiseñor. Clara sonreía viéndole feliz. Pocas veces le había oído aplaudir con tal entusiasmo ni aun a la misma naturaleza. Al llegar cerca del Sotillo el terreno descendía formando una cañada por donde saltaba el torrente que surtía de aguas las charcas de aquella finca.

Poco después don Quintín iba por la calle haciendo estas reflexiones: «¡Vaya un tío cuco...! pero se ha fastidiado. ¡Cincuenta duros...! ¡Carola, segura...! En cuanto a lo demás... Cristeta verá lo que hace: he cumplido sus órdenes; ahora... me lavo las manosHasta quedarse solo no sintió don Juan en toda su intensidad el disgustazo que acababan de darle.

Esta escena se repetía unas cuantas veces al día, siempre que alguna persona sospechosa, como ahora, llegaba con propósitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas. Buenas tardes, D. Gil dijo la vieja, cambiando súbito la expresión colérica por otra sonriente, melosísima, dando muestras de que le conocía.

La clase de filosofía que contaba con un par de estos alumnos que sacase la cara por ella, ya se creía capaz de hacer frente á la pandilla de Cuco, el del muelle de las Naos, ó al rebaño de mozos más aguerridos de Monte.

Aquel jayán piensa llevarle presente tan cuco a la señora que le está otorgada en las montañas de Kaf, para que montando a Encirnún sobre su oreja siniestra, la rasque mansamente con un almocafre aquel lado de la cabeza, operación que la halaga muy dulcemente.

Hay tal pasion por el lujo que el andaluz dejaría de comer tres dias por ahorrar el valor de sus lucientes botonaduras de plata, puestas en dobles filas en los bordes anteriores de su chaqueta de paño, azul ó negra y llena de adornos de lo mas cuco.