Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de mayo de 2025
El Escuadron de Maza Sin casco ni coraza Se avanza con valor, Y su entusiasmo brilla Como en verde cuchilla Los reflejos del sol. Y con marcial fiereza Se mira á su cabeza Zacarias marchar: Alma grande y altiva Que renunció la oliva Del pacífico hogar. Y voló á la batalla, Y la acerada malla Y el plomo despreció, Y al frente de sus bravos De Rosas los esclavos Valiente acuchilló.
Cada dos hombres tenían ante sí una mesa o tablero, y mientras el uno, saltando con rapidez, subía y bajaba la cuchilla picando la hoja, el otro, con los brazos enterrados en el tabaco, lo revolvía para que el ya picado fuese deslizándose y quedase sólo en la mesa el entero, operación que requería gran agilidad y tino, porque era fácil que al caer la cuchilla segase los dedos o la mano que encontrara a su alcance.
Entre estas se conocían los llamados chamorris ó antiguos magnates, que si no tenían la almenada torre y el rollo de sus inmunidades, con los atributos de mesnaderos de horca y cuchilla de nuestros antepasados, poseían en toda su desnudez cuantos abusivos derechos se irroga el fuerte contra el débil, en todo pueblo en que ni el cristianismo ha suavizado los sentimientos, ni la civilización las costumbres.
Y, diciendo esto, asió del bastón que tenía hincado en el suelo, y, quedándose la mitad dél en la tierra, mostró que servía de vaina a un mediano estoque que en él se ocultaba; y, puesta la que se podía llamar empuñadura en el suelo, con ligero desenfado y determinado propósito se arrojó sobre él, y en un punto mostró la punta sangrienta a las espaldas, con la mitad del acerada cuchilla, quedando el triste bañado en su sangre y tendido en el suelo, de sus mismas armas traspasado.
Si Lucía y Pilar estuviesen fuertes en Historia, ¡a cuánta meditación convidaba la vista de tanto ebúrneo cuello, ornado de collares de diamantes o de estrechas cintas de terciopelo, y probablemente segado más tarde por la cuchilla; ni más ni menos, que el pescuezo del rey que presidía melancólicamente aquella corte! La cerámica era el primor de la colección.
Limpiado que hubo la cuchilla en el césped, volvió a comer su churrasco, mezclando en el acero las mal limpiadas gotas de la sangre de Peñálvez con el jugo del churrasco. De cuando en cuando se empinaba el porrón de aguardiente de caña, hasta quedarse medio borracho, según su costumbre, a la caída del sol. Como el crepúsculo se obscurecía ya, fue a tenderse en el rancho.
Poco es en efecto repliqué yo. ¿Pero á esa gente no se la vigila? ¿Por qué no se la reglamenta? Tá, tá, tá, dijo mi amigo, y al vigilante, ¿qué le importa que trabajen ó no? ¿Es suyo el camino? No, ¿pues entonces? ¿Sientes á nuestra espalda el ruido de la cuchilla del beneficiador de abacá, ó sea el jornalero que paga el particular?
El Chucro dejó su asado sobre un madero, acercose, vio que la obra estaba terminada, se rió, tomó la pala de manos de Peñálvez y le asestó un golpe mortal en la cabeza. Luego, hundiole varias veces en el cuerpo la misma cuchilla con que comiera, y tiró a la fosa el ensangrentado cadáver del escribiente...
Vedlos dónde asoman aquellos dos temerarios que profanaron nuestra Aljama con sus cuerpos impuros: parecióles buena la suerte de los otros dos insensatos cuyos despojos denegridos son hoy pasto de los cuervos, sin duda porque vieron que despues de degollados les hacian duelo las nubes y los vientos: id, y mandad en mi nombre que á los cuatro les pongan fuego, para que sus inmundos cadáveres no causen mas espanto á mis muslimes; y ahora verán los obstinados secuaces del Hijo de María, que así como su Dios no envió á esos un ángel que los librase de la cuchilla del verdugo, tampoco les envía ahora lluvias para apagar la hoguera que ha de reducirlos á ceniza.
El cielo estaba como suele verse en las noches de invierno, limpio, estrellado hasta la profusión, hasta el derroche, cual si saliesen a la bóveda del cielo más astros de los que caben y pugnasen por quitarse el puesto unos a otros. El aire quieto, sereno, tenía un no sé qué, sólo comparable al fulgor horripilante de la cuchilla acabada de afilar.
Palabra del Dia
Otros Mirando