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Actualizado: 20 de noviembre de 2025


De semejante cuadrilla conozco muchos cómicos. Era cosa extraña que hallándose el monasterio de Nuestra Señora del Valle en uno de los lugares más sanos, ventilados y hermosos de toda España, siempre hubiese en él un crecido número de enfermos.

Y al terminar el trabajo, si quedaban unos días libres hasta la próxima corrida en otra ciudad, la cuadrilla retardaba el viaje, y entonces eran las francachelas lejos de la familia, la abundancia de vinos y mujeres en compañía de aficionados entusiastas, que sólo se imaginaban de este modo la vida de sus ídolos. Las diversas fechas de las fiestas obligaban al espada a viajes absurdos.

No, no quedará un francés para contarlo, y la que hicieron aquí a primeros del mes, la pagarán muy cara. ¿Hase visto alguna vez bribonada semejante? ¡Fusilar en cuadrilla a tantos pobrecitos, sin perdonar a sacerdotes ancianos, a inocentes doncellas y a infelices muchachos como el que está en esa cama! ¡Ay!

Carmen, a pesar del amor que profesaba a su marido, tenía movimientos de rebeldía. ¡Si ella hubiese sabido lo que era esta existencia antes de casarse!... En ciertos momentos, impulsada por la confraternidad del dolor, iba en busca de las mujeres de los toreros que figuraban en la cuadrilla de Juan, como si éstas pudieran darle noticias.

Que será matar al Rey dijo Tarlein. Se guardará bien de hacerlo repuso Sarto. Tres de los seis están en Estrelsau continuó Tarlein. ¿Tres no más? ¿Está usted seguro? preguntó el veterano coronel con vivo interés. Segurísimo. La mitad de la cuadrilla. ¡Pues entonces el Rey vive, porque los otros tres están vigilándolo en su prisión! exclamó Sarto. ¡Verdad es! dijo Tarlein.

Los chulillos le miraban atentamente, prontos a ejecutar sus órdenes. El matador escogió el lugar que más le convenía; después, indicándolo a su cuadrilla: ¡Aquí! les gritó. Los chulos corrieron hacia el toro para incitarle, y el toro persiguiéndolos vino a encontrarse frente a frente con Pepe Vera, que le aguardaba a pie firme. Aquel era el instante solemne de la corrida.

El ventero, que era de la cuadrilla, entró al punto por su varilla y por su espada, y se puso al lado de sus compañeros; los criados de don Luis rodearon a don Luis, porque con el alboroto no se les fuese; el barbero, viendo la casa revuelta, tornó a asir de su albarda, y lo mismo hizo Sancho; don Quijote puso mano a su espada y arremetió a los cuadrilleros.

Por qué maniobras obtuvo éxito la señorita Guichard donde su primo había fracasado, nadie pudo saberlo; pero una mañana vió Fortunato unos contratistas y después una cuadrilla de albañiles que se instalaban en el solar y elevaban una tapia que le quitaba la luz. Fué preciso cambiar de sitio las estufas, que ya no produjeron frutos ni flores tan buenos como antes.

Entre los paisanos armados que se juntaron con Echevarri existía un grupo compuesto de contrabandistas de Sierra Morena, de Villamanrique y de Pozo Alcón, con los cuales fraternizaron bien pronto, formando amistosa cuadrilla, los licenciados de Málaga, batallón que se formó con alguna gente condenada por faltas, y que la Junta tuvo a bien indultar.

Yo, señor de Tragomer, si uno de mis hermanos hubiera sido víctima de una maquinación semejante, no hubiera tenido ni un instante de descanso hasta hacer proclamar su inocencia; hubiera gastado para ello mis fuerzas, mi inteligencia y mi fortuna, pero no hubiera dejado al inocente en presidio aunque tuviera que arrancarle de él á la fuerza con una cuadrilla de filibusteros...

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