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La verdadera creyente, la devota sincera de aquella casa era Severiana: sus amos pagaban el aceite, pero ella encendía la lamparilla, cuidando de que ardiera constantemente, levantándose a veces durante la noche para orar de rodillas, mientras cerrando los ojos creía ver el miserable cuartucho donde dormía su hija.

Con todas sus bromas, si te rascan, aparece el creyente... No, tonta, yo no creo en nada, en nada, en nada le dijo Moreno con énfasis, complaciéndose en mortificarla. Todo sea por Dios... Entonces, ¿para qué vienes conmigo a la iglesia?

Era una americana del Norte, de edad problemática, entre los treinta y dos y los cincuenta y nueve años, siempre con faldas cortas, que al sentarse se recogían indiscretas, como movidas por un resorte. Varios bailes con Desnoyers y una visita á la rue de la Pompe representaban para ella sagrados derechos adquiridos, y perseguía al maestro con la desesperación de una creyente abandonada.

Los que en días de holganza no iban a sus casas, quedándose en el cortijo para seguir las pláticas religiosas de un sacerdote enviado de Jerez, tenían por la tarde, en el ventorro, unas cuantas copas pagadas por el amo. Dupont era un creyente moderno, como él decía. Todos los caminos resultaban buenos para llegar a la conquista de las almas.

La Creación entera a ti rendida himnos en tu loor, creyente, lanza, que eres, al par que aliento de su vida, el puerto en lo inmortal de su esperanza. ¡Dios te salve, María! lirio de Nazaret, blanca azucena, bendito imán de la esperanza mía!

Hay allí algo que guarda las tradiciones de la abnegacion y del heroismo resignado del creyente. Para tener una idea de las costumbres catalanas, basta echarse á pasear, con el ojo alerta y el humor alegre, por la calle mercantil de Fernando sétimo, ó la ancha alameda de la Rambla, orillada por hoteles y cafés.

La corte y el pueblo piensa en todo de distinto modo: la corte es escéptica y el pueblo es creyente; la corte transige con los dos implacables y constantes enemigos del cristianismo, los pueblos mahometano y judáico, y la nacion anhela su completo esterminio; la política de la corte ajusta paces con el rey de Granada para mover guerra al de Aragon, y la política nacional abandona al renegado á su descabellado empeño protestando de todas las maneras posibles contra la violencia que padece; la corte ama una literatura impregnada de sensualismo y un arte seductor y pagano, y la nacion prefiere la nervuda y varonil literatura de sus romances y el arte austero, místico y sombrío, florecido á la sombra de los claustros.

Hay tantos sofismas en la civilización europea...tantas miserias que deshonran el progreso y hacen aveces tener vergüenza de lo que hace la humanidad.... En España hay un contraste singular: la religion no es libre: el que no es creyente católico no puede tributarle culto á Dios; pero la prostitucion no solo está legitimada por la ley, sino que la autoridad la reglamenta y dirige con esmero!

También Amalia era creyente y aun pasaba en la población por piadosa; pertenecía a varias cofradías; era protectora de algunos asilos; hacía frecuentes regalos a las imágenes y se la veía acompañada de clérigos. Pero miraba aquella profanación con la mayor indiferencia. La religión era para ella cosa muy respetable, pero más respetables aún su voluntad y sus placeres.

Miró don Quijote atentamente al mayordomo, y, habiéndole mirado, dijo a Sancho: -No hay para qué te lleve el diablo, Sancho, ni en justo ni en creyente, que no lo que quieres decir; que el rostro de la Dolorida es el del mayordomo, pero no por eso el mayordomo es la Dolorida; que, a serlo, implicaría contradición muy grande, y no es tiempo ahora de hacer estas averiguaciones, que sería entrarnos en intricados laberintos.