Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de junio de 2025
8 al cual, no habiendo visto, le amáis; en el cual creyendo, aunque al presente no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorificado; 11 escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos; el cual antes anunciaba las aflicciones que habían de venir al Cristo, y la gloria después de ellas.
Pero con gran sorpresa observaron que ningún ruido turbaba la paz augusta del Alcázar. Parecía que la institución monárquica dormía aún en él, tranquila y sosegada, como en los buenos tiempos. En la mañana del 30, Cándida entró muy sofocada. «¿No saben lo que pasa?» dijo antes de saludar. «¿Qué, señora, qué?» preguntaron todos con la mayor ansiedad, creyendo que algo muy estupendo había ocurrido.
Apenas hubo dicho esto Sancho, cuando don Quijote tembló, creyendo sin duda alguna que había de decir alguna necedad. Miróle Sancho y entendióle, y dijo: -No tema vuesa merced, señor mío, que yo me desmande, ni que diga cosa que no venga muy a pelo, que no se me han olvidado los consejos que poco ha vuesa merced me dio sobre el hablar mucho o poco, o bien o mal.
La memoria si no está junta con buen juicio es de poca estimacion, porque importa poco saber muchas cosas si no se sabe hacer buen uso de ellas. El vulgo está engañadísimo creyendo que son grandes hombres los que tienen gran memoria: y de ordinario para significar la excelente sabiduría de alguno, dice que tiene una memoria felicísima.
Esto le causa imponderable sentimiento, y motiva á trasladarlo á su conocimiento, para que proceda á otra eleccion en sugetos que puedan merecer la confianza del pueblo, supuesto que no se la merecen los que constituyen la presente Junta: creyendo que será el medio de calmar la agitacion y efervescencia que se ha renovado entre las gentes.
Benina se restregaba los ojos, creyendo hallarse aún bajo la acción de las estúpidas somnolencias del Pardo, en las fétidas y asfixiantes cuadras.
Doña Ana, con el terrible acontecimiento de aquella mañana, lo había olvidado todo, y cuando dió la cita al cocinero mayor para el duque de Lerma, creyendo que se la daba para el rey, se olvidó de que el duque de Uceda tenía una llave de la puerta principal de la casa, por medio de la cual podía entrar á cualquier hora.
Por fin realizaba el deseo de acabar sus días en un rincón de la soñolienta catedral española, única esperanza que le sonreía cuando caminaba a pie por las carreteras de Europa, ocultándose del guardia civil o del gendarme, y pasaba las noches en un foso, apelotonado, con la barba en las rodillas, creyendo morir de frío.
Creyendo que eran de los que solían llevar provisión, los siguieron hasta pasar de un barcón questaba junto á las galeras, y llegaron cerca del reparo que las galeras tenían en torno. De allí se retiraron porque la guardia de las galeras comenzó á tirarles. Este Uzaín prendió al Moroto, que venía un poco atrás.
Hacía tres días que los víveres faltaban completamente en el Falkenstein, y Divès no había dado señales de vida. ¡Cuántas veces, durante aquellas largas jornadas de agonía, los sitiados habían vuelto los ojos hacia Falsburgo! ¡Cuántas veces habían escuchado con inmensa atención, creyendo oír los pasos del contrabandista, cuando sólo llenaba el espacio el vago murmullo del aire!
Palabra del Dia
Otros Mirando