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Actualizado: 30 de abril de 2025


Después la joven vio una docena de cosacos que trepaban por la pendiente opuesta, entre los brezos, como si fuesen liebres, y más abajo, en un claro, a Yégof que atravesaba el valle, a la luz de la Luna, como un pájaro azorado.

Y cuando se han atracado de todo esto hasta no poder más, gritan con la boca llena: ¡schokolate, schokolate! ¡Dios mío! ¡Dios mío!... ¿Cómo vamos a alimentar a esta gente? Ya que la cosa es muy difícil dijo el cazador ; los grajos nunca tienen bastante queso. Pero, vamos a ver, ¿dónde están esos cosacos, bávaros y austriacos? Desde Grand-Fontaine no hemos encontrado ni uno solo.

Los machetes relucían al caer sobre la tapa de los cajones; el cuero de las maletas abríase rasgado por innumerables puñales, y bajo el cobertizo los dos cosacos batíanse como héroes. A la luz de la luna, veía alrededor del barracón agitar teas.

Mas al acercarse a Schirmeck el espectáculo era más doloroso aún; familias enteras huían en sus carromatos cargados de barriles de alimentos y muebles, con mujeres y niños que golpeaban a los caballos hasta acabar con ellos, y diciendo con voz lastimera: «Estamos perdidos; han entrado los cosacos

Se adelantaba al paso; y ya Frantz había apuntado, cuando detrás de él apareció otra lanza y otro cosaco, y después otro... En toda la extensión del monte, sobre el fondo pálido del cielo, no se veían mas que banderolas en forma de cola de golondrina y el brillo de las lanzas de los cosacos, que avanzaban en fila, directamente hacia el trineo, pero sin apresurarse, como gentes que iban en busca de algo, unos alzando la vista y otros inclinándose en la silla para mirar entre la maleza.

Uno de los cosacos, el que los cazadores habían visto dando de beber al caballo, se encontraba a doscientos pasos aproximadamente. Sonó el tiro, que repitieron los ecos profundos de la garganta, y el cosaco, cayendo por encima de la cabeza de su montura, desapareció en el hielo de la laguna. Es imposible describir el estupor que se apoderó del enemigo al oír la detonación.

, todo lo veo negro, y tengo razón... Lo que más me inquieta es no recibir ninguna noticia de afuera; vivimos aquí como en un país de salvajes; no sabemos nada de lo que pasa... Los austriacos y los cosacos caerán sobre nosotros un día u otro y el hecho causará la mayor sorpresa.

Así, el general, al saber la conducta de los cosacos, ha castigado públicamente ese acto de vandalismo, y, además, ha acordado indemnizar al propietario de la finca. ¡No quiero nada de vosotros! interrumpió Catalina bruscamente ; prefiero sufrir la injusticia... y vengarme.

De repente, uno de los cosacos dejó escapar una exclamación gutural, que recorrió toda la línea. ¡Nos han descubierto! gritó el doctor Lorquin sacando el sable. Apenas había pronunciado estas palabras, doce disparos iluminaron el sendero de un extremo al otro, y verdaderos aullidos de salvajes contestaron a las detonaciones.

El señor Juan Claudio llegó hasta el extremo de la meseta y, dirigiendo la vista hacia Grand-Fontaine y Framont, que se hallaban a tres mil metros debajo de él, vio lo siguiente: Los alemanes, que habían llegado el día antes, a la caída de la tarde, pocas horas después que los cosacos, habían pasado la noche en las trojes, en los establos, en los cobertizos, y en aquel momento se agitaban como un hormiguero.

Palabra del Dia

hociquea

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