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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Porque no era el inferior quien sintió doña Luz que le hablaba, ni el cortesano insolente tampoco, cuya superioridad se revela al través de su fingida cortesía, sino el hombre de la misma clase que ella, que habla como igual, pero con las atenciones delicadas que a una señora principal se deben siempre. Doña Luz lo comprendió así, se complació en ello, y lo agradeció todo.
Nada de eso, mi señor don Recaredo respondió con dificultad el interrogado ; sino que con una jornada tan larga a caballo, y la falta de costumbre..., y luego el frío..., ¿está usted?... Pero, ante todo, le ruego que excuse mi poca cortesía al corresponder a sus atenciones, en vista de la dificultad que... ¡Pues no faltaba más sino que anduviéramos ahora en cumplidos!
Es freqüentísimo juzgar los hombres de las cosas por las apariencias que se presentan á los sentidos, sin exâminar la realidad de las mismas cosas, y por eso es tambien freqüentísimo engañarse. Bello rostro tiene Ariston, dice uno, la cara es de hombre de bien: ¡qué agasajo tiene! es cierto que tiene policía, y habla con modo, y trata con cortesía á toda el mundo. ¡O! es Ariston muy buen hombre.
Poca razon aveis tenido, pues, fuera de la obligacion en que pone la cortesia, á no dezir mal el combidado de los platos que le ponen delante, por mal sazonados que esten en menosprecio del que combida.
Y Azorín estaba tomando tranquilamente un refresco cuando ha visto que estos obreros se le acercaban y decían: Señor Azorín, nosotros le conocemos a usted... y desearíamos que nos dijese cuatro palabras. ¿Estos hombres quieren que Azorín les diga cuatro palabras? ¡Azorín, orador! Esto es enorme. Azorín ha protestado cortésmente; los obreros han insistido con no menos cortesía.
Todo eso que ustedes me dicen insistía Nieves muy serena , es pura cortesía. Ninguna de estas obras tiene otro mérito que el de estar hecha con grandes deseos de hacerlo mejor.
El Padre, después del salto, con tanta dulzura y cortesía como firmeza, reprendió por sus locuras a doña Luz; dijo que podría ser motivo de escándalo el verle correr y saltar de aquel modo; prometió no volver a salir nunca más a caballo, y cumplió la promesa. Esta misma firmeza de voluntad encantó a doña Luz, aunque iba contra sus gustos y caprichos.
Cuando ya no quedaba del árbol una sola hoja, Meñique fue donde estaba el rey sentado junto a la princesa, y los saludó con mucha cortesía. ¿Dígame el rey ahora dónde quiere que le abra el pozo su criado? Y toda la corte fue al patio del palacio con el rey, a ver abrir el pozo.
Pedí un caballo, y en compañía de Federico de Tarlein recorrí la gran avenida del parque real, devolviendo todos los saludos con la mayor cortesía.
Todos los comensales se pusieron de pie a la entrada, del corregidor, quien, sin hacer atención en el cacique don José Gabriel, se dejó caer sobre la silla que éste ocupaba, y el noble indio fué a colocarse a otro extremo de la mesa, sin darse por entendido de la falta de cortesía del empingorotado español.
Palabra del Dia
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