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Actualizado: 29 de junio de 2025
La comitiva recorrió las calles deteniéndose delante de algunas tiendas de montañés y haciéndolas abrir para beber unas cañas. Los novios, que habían regresado juntos en una berlina, dieron esquinazo á su cortejo y se escabulleron bonitamente para casa.
No quise levantar la vista del suelo, porque temía desfallecer; mas el silencio pavoroso y extraordinario que observé en torno mío, incitome a alzar los ojos. ¡Qué sorpresa y qué ventura! La calle estaba desierta. Fuera del cortejo que me rodeaba, ni una sola figura humana veíase cerca ni lejos.
Un destacamento de amazonas armadas con arcos llenaba tres vehículos enormes, sin duda para recordar al gigante que no era mas que un prisionero. Las dos máquinas voladoras que permanecían día y noche sobre el enorme edificio abandonaron su inmovilidad, lanzándose á través del aire como para indicar la dirección al cortejo terrestre.
Tan grande como era decían . ¡Pobre! ¡Quién había de decir que tendríamos que asistir a su entierro, nosotros que le hemos conocido de niño! El cortejo tomó el camino de Zaro y allí tuvo fin la triste ceremonia.
He aquí la primavera que vuelve, con su cortejo de flores y la dulce melodía de las aves que trinan en la enramada. ¿Serás capaz de abandonar todo esto? ¡Piensa en el inmenso dolor que ocasionarías a tus infelices padres, que te aguardan en tu país! ¡piensa en tus pobres hermanos! ¡en tu madre, sobre todo, amigo mío, que no podría sobrevivirte! ¡Volverás a verlos a todos!
Por el fúnebre colorido del cuadro, por la lentitud en su desarrollo, por el exceso mismo de la atención con que yo le seguía, la visión de la muerte con todo su cortejo de tristezas se enseñoreó de mí de tal arte, que más que sentirla y estimarla en la región de las ideas, me parecía olerla y paladearla; confundía ya las sensaciones morales con los quebrantos del organismo, y el color y las figuras y los sonidos del triste cuadro caían a golpes sobre mi cerebro y me le contundían y fatigaban.
Se reflejaban en los espejos ovalados a la moda antigua, fijado en los tableros blancos, en los que producían un efecto bastante lucido. ¡Extraño cortejo!
Lo cierto es que había pasado la noche fatigada, y con buen dolor de cabeza. A la mañana siguiente, mayor quebranto, fiebre; y a la noche, una meningitis, con todo su cortejo. El delirio, sobre todo, franco y prolongado a más no pedir. Concomitantemente, una ansiedad angustiosa, imposible de calmar.
Araceli me dijo con mucha sequedad es usted impertinente. ¿Acaso es usted hermano, esposo o cortejo de la persona ofendida? Lo mismo que si lo fuera repuse, obligándole a detenerse en su marcha febril. ¿Qué sentimiento le impulsa a usted a meterse en lo que no le importa? Quijotismo, puro quijotismo.
Los versos los había inventado el otro, pero la intención era del malicioso verro. Este le había sugerido la idea de que insultase a don Jaime en pleno cortejo, contando con la seguridad de que no dejaría impune el agravio. Ya veía claro el muchacho el verdadero motivo de la entrevista de los dos cortejantes que él había sorprendido en el monte.
Palabra del Dia
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