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Actualizado: 13 de mayo de 2025


La corriente costera se mete en las grandes curvas que hace la costa, y después en las ensenadas y bahías, y lleva, además, restos orgánicos que se depositan en las playas. Para el capitán Socoa, esta corriente, y sólo ella, ha producido el boquete de Lúzaro.

Suárez me miró con sorpresa y respondió con acento mitad afectuoso, mitad despreciativo: ¡No se apure usted, buen hombre! Déjelo usted correr, que ya parará. Me han dicho por ahí que le gusta a usted esa morena. ¿No le gusta a usted? Pues corriente. A ; porque es una mujer castiza, ¿sabe usted? de esas que al llamarlas dicen con la mano ¡vuelvo!

Resulta de este estudio que la navegacion desde Sevilla á Córdoba, y vice-versa, se mantenia espedita en tiempo de S. Fernando; que despues del reinado de D. Alonso el Sabio, atropellando intereses particulares al público, empezaron á entorpecer aquella libre navegacion con azudas para molinos, que, aunque dejaban canales para el paso de los barcos, causaban grandes molestias á los traficantes y barqueros; que reinando D. Pedro el Cruel se quejaron los barqueros de Sevilla del daño que les hacian los dueños de aquellos molinos cerrando las canales por donde pasaban antes los barcos, y el rey dió auto poniendo remedio, en cuya virtud el alcalde mayor de Córdoba, para que constase siempre en adelante el ancho que habian de tener las canales de las presas, tomó la medida en el arco de las bendiciones de la catedral, y la dió por norma para la anchura referida, señalando de fondo dos varas; que la navegacion se abandonó despues por los robos que con sus entradas hacian en los pasajeros los moros de Granada; que por los años de 1524, habiendo vuelto de Paris el maestro Fernan Perez de Oliva, se agitó nuevamente este asunto con mucho calor en el cabildo de Córdoba, en una de cuyas sesiones propuso aquel sabio economista, que dejando el antiguo y mezquino modo de navegar con barquillos traidos á remo, se estableciese la navegacion á la sírga, tan fácil y productiva, como se practicaba en muchos rios de Italia, Francia y Flandes con barcas de suelo llano que cargaban mas de 200 carros de peso y calaban menos de una braza de agua; finalmente, que en 1561 se volvió á tratar este importante negocio, hizo el rey Felipe II reconocer el rio por personas entendidas, é informado de que la navegacion del Guadalquivir ofrecia dificultades nada insuperables, resolvió S. M. fuese restablecida en cuanto se acabasen las obras para dejar corriente la del Tajo, donde por la singular industria y grande ánimo de Juan Bautista Antonelli se estaban venciendo obstáculos mucho mayores.

Con frecuencia, el tronco del árbol separado de la orilla, se queda inclinado por encima de la corriente y su ramaje no está en contacto con las hierbas de la opuesta ribera. Este árbol medio caído, es también una especie de isla por la que nos podemos aventurar sin temor.

A la mitad de la tercera jornada se llega á la confluencia del rio Chaparé; dejando entónces el Mamoré se sigue por la nueva corriente, que es mucho mas angosta; pero cuyas riberas, en vez de hallarse guarnecidas de esos boscages modernos que crecen sobre los terromonteros, están pobladas de selvas tan antiguas como el mundo.

Aquélla es opaca y ruda: sacude con fuerza. El que se aventura en ella, siéntese levantado impetuosamente. Cierto que presta auxilio al nadador, empero se señorea de él: encuéntrase éste cual débil niño mecido por poderosa mano que fácilmente puede reducirlo á la nada. Una vez desamarrada la barquilla, ¿quién sabe dónde puede llevarla una ráfaga de viento, la irresistible corriente?

Todos estábamos ansiosos por ver el resultado: la opinión corriente era que el drama ofrecía poco de particular; pero como Clotilde había puesto en el desempeño toda su alma, teníase como seguro un gran éxito.

Pero le he oído a usted calificar de malhadado el asunto principal, y me voy a tomar la libertad de decirle que no hallo el calificativo arreglado a justicia. ¡Canástoles!... ¿Cómo que no? Pues como que no. Yo tenía mis planes, señor don Claudio; yo tenía mis planes. Corriente: tenía usted sus planes.

Francisca, que tiene para cada cual su frase picante, exclamó un día dirigiéndose a Paulina: Lo que tienes no son ojos, sino linternas sordas... La frase ha hecho fortuna y es corriente, cuando se habla de Paulina, el decir, para distinguirla de su prima del mismo nombre, «la de las linternas sordasSu madre lo sabe y es la primera en reírse. Linternas de 10.000 pesos exclamó.

Vamos hacia la derecha; a ver si nos metemos en los huertos. El barbero se encorvó sobre los remos, y la barca, siempre impelida por la corriente, comenzó a torcer su proa con lentitud, buscando aquella vegetación que asomaba a flor de agua como los sargazos del Océano. La barca comenzó a tropezar con obstáculos invisibles.

Palabra del Dia

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