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Actualizado: 8 de junio de 2025


Choca ver a Fausto bailando con una bruja joven, en indecente jaleo y cantando coplas picarescas y lascivas, después de haber muerto traidoramente al hermano de su querida y hallándose ésta en el mayor peligro, desconsuelo y abandono.

Nombraba turcos, galeones y capitanes, todos los que había leído en unas coplas que andaban de esto; y como él no sabía nada de mar, porque no tenía de naval más del comer nabos, dijo, contando la batalla que había vencido el señor don Juan en Lepanto, que aquel Lepanto fue un moro muy bravo, como no sabía el pobrete que era nombre del mar. Pasábamos con él lindos ratos.

Curioso esta leyó unas palabras que no significaban nada, y parecian fines de verso. Como era aficionado á la poesía, y que siempre se puede sacar algo con los príncipes que gustan de coplas, le dió en que pensar la aventura del papagayo.

Yo dudo de que lo consiga, y no acierto á explicarme el poco valer de la poesía de entonces por falta ó culpa del instrumento; porque la lengua no estaba hecha ni el buen gusto formado. Cuando en aquella lengua se escribieron las Coplas de Jorge Manrique, bien pudieron escribirse otras muchas de igual mérito.

Acostumbróse á los Saturninos, despues de haberlos pasmado, y se hizo íntimo amigo del secretario de la academia de Saturno, hombre de mucho talento, que á la verdad nada habia inventado, pero que daba muy lindamente cuenta de las invenciones de los demas, y que hacia regularmente coplas chicas y cálculos grandes.

Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto; que llegó el diputado del distrito a tomar baños, serenata y coplas; que D. José el Estanquero monta un servicio de ómnibus a la capital, coplita laudatoria a D. José el Estanquero.

Y por cuanto el siglo está pobre y necesitado, mandamos quemar las coplas de los poetas, como franjas viejas, para sacar el oro, plata y perlas, pues en los más versos hacen sus damas de todos metales, como estatuas de Nabuco». Aquí no lo pudo sufrir el sacristán y levantándose en pie, dijo: ¡Mas no, sino quitarnos las haciendas!

Yo... no señorita; ¿qué he de dudarlo? replicó la criada, volviendo la cara para disimular una sonrisa. Durmiose pronto la infeliz señora de Rubín; pero a la media hora ya estaba despierta y muy excitada. Dorotea, que se quedó junto a ella, la oyó cantando, a media voz y con las manos cruzadas, las coplas místicas de las Micaelas. Un curso de filosofía práctica i

GOBERNADOR. A , señora autora, me llaman el Licenciado Gomecillos. CHERINOS. ¡Válame Dios! ¿Y que vuesa merced es el señor Licenciado Gomecillos, el que compuso aquellas coplas tan famosas de Lucifer estaba malo, y tómale mal de fuera? GOBERNADOR. Malas lenguas hubo que me quisieron ahijar esas coplas, y así fueron mías como del Gran Turco.

También los del Valeroso Portela, que dicen: Escuchen, señores míos, les diré de Juan Portela, el ladrón más afamado de la gran Sierra Morena. Calla, hijo, calla por Dios. Me estás envenenando con tus horribles coplas. Ningún joven guapo y decente aprende tales cosas. Esto está bien para el pueblo, para el populacho. ¿Sabes lo que es el populacho?

Palabra del Dia

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