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Actualizado: 2 de junio de 2025
En cuanto llegaron y le dieron cuenta de las condiciones convenidas quedó repentinamente tranquilo y satisfecho. Se puso a charlar y bromear con sus amigos con una alegría y serenidad que éstos admiraron. Poco después se despidió no sin haber convenido con sus testigos la hora y el sitio en que debían verse.
Pratt, deseaba conferenciar con D. Emilio Aguinaldo, á lo que se le contestó que en dicha casa no se conocía á ningún Aguinaldo; pues así se había convenido responder á todo el mundo.
Ambas rubias y ambas vestidas con singular gracia y elegancia: en Madrid esto último no tiene nada de extraordinario porque las mamás, que han renunciado a ser coquetas para sí, lo continúan siendo en sus hijas y han convenido en hacerse una competencia poco favorable a los bolsillos de los papás.
¡Convenido! ¿Y por qué no usan ustedes o no aceptan mis cristales? insistió Melchor, riéndose cariñosamente. Porque este café, visto al través de cualquier cristal rosado, seguirá viéndose negro. Pues se toma un cristal de un rosado más subido y... ¡ya está! Yo tengo una colección de cristales en el bolsillo, y en cada caso, ¡zas! saco el que me conviene. ¡Es una suerte! dijo Ricardo.
Esperaré ocho días; entretanto, usted reflexiona. Si, para entonces, usted no me escribe: «He cambiado de idea», queda convenido: vendré a pedirla a sus padres. Pero pese bien el pro y el contra, antes de decidirse; no se eche de cabeza en su desgracia.
Replicó el Cónsul que me ayudaría para hacer la expedición de armas que yo tenía proyectada en Hong-kong; pues telegrafiaría enseguida al Almirante Dewey lo convenido, para que por su parte prestára su auxilio á la citada expedición. El día 26 de Abril se llevó á cabo la última conferencia en el Consulado americano, á donde fuí invitado por Mr.
Siempre, en tales ocasiones, las dos terribles mujeres se burlaban de su angustia, y la escena terminaba con el mote convenido. La santa... es la santa.... ¡pobrecita!... Ella, entonces, erguía su corazón acobardado para decirle a Dios en íntima plegaria: ¡Y bien, Señor, yo quiero ser santa; es preciso que lo sea...; hazme santa, Dios mío..., hazme santa de veras!
Convenido dijo riendo Amaury, pero ten mucho cuidado, porque te escucharé reloj en mano. Mira: señala en este momento las nueve y diez minutos. Felipe sacó también el suyo, comparó los dos cronómetros con cómica gravedad, que era habitual en él, y repuso: Tu reloj adelanta cinco minutos. O los atrasa el tuyo.
Delaberge, despierta su curiosidad por el nombre de Princetot, examinó atentamente al joven que acababan de presentarle; pero éste se dirigía ya hacia la puerta mientras la viuda acompañándole le repetía: Convenido, cuento con usted... A las siete en punto nos sentaremos a la mesa. Cuando hubo salido, Delaberge preguntó: ¿Este señor Princetot sería acaso el hijo de mi hospedero del Sol de Oro?
Se verían en el camarote de Fernando; lo había pensado aquella misma tarde, pero esperaba la proposición. Tenía deseos de visitarlo. Era indudablemente mejor que el suyo: un camarote en la cubierta de lujo y con ventana grande en vez de tragaluz redondo de los de abajo. Convenido: esta noche iré, después de las doce. Deja abierta la puerta.
Palabra del Dia
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