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Actualizado: 18 de mayo de 2025
¡No! ¡No quiero! ¡No quiero! ¡Déjeme usted! Aquel hombre se puso entonces duro y amenazador. ¡Oh! ¡Basta ya! Soy muy tonto en tomarme el trabajo de convencer á usted. Quiero salvarla y se empeña usted en perderse. ¡Allá usted! ¿Qué me importa á mi todo esto? Soy su último amigo, el más seguro, el más adicto, y Dios sabe en qué responsabilidades incurro... ¿Usted me rechaza? ¡Adiós!
Cuando usted vuelva las cartas estarán clasificadas... De todos modos, las tres cuartas partes irán ciertamente al castillo. Entonces me dejo convencer, señorita. He visto a esa recién casada tan alta como esto, y rezaré con gusto un pater por ella, si me acuerdo. Rece usted dos, Marcial; uno por usted y otro por mí. Convenido, señorita; haré el encargo militarmente.
Estos señores tenían á mano la juventud del país y no necesitaban exponer sus capitales en el otro mundo. Igual fracaso le acompañaba cuando, con repentinas muestras de cariño, quería convencer á don Marcelo de que tres mil francos al mes son una miseria.
No era fácil convencer a mi orgullosa abuela de que no tenía precisamente una gran trascendencia para el mundo el que un Aguirre apareciera o no apareciera en Lúzaro en el siglo xv. A doña Celestina le parecía todo cuanto se refiriese a los Aguirres de una capital importancia, y no sentía ningún escrúpulo en mentir, si era para mayor gloria de su familia.
Iría al cortejo; tenía buenos compañeros que le defendiesen en caso de apuro. Y miraba la escopeta colgada de la pared, luego de pasar sus ojos por la faja, donde ocultaba el revólver. Pep bajó la cabeza con desaliento. Lo mismo había sido él cuando joven. Las mujeres hacen cometer las mayores locuras. Era inútil insistir para convencer al señor, testarudo y soberbio como todos los suyos.
Me presentaré en casa de ese bandido; procuraré convencer a esa desgraciada de la miserable suerte que le espera. ¡Oh!, nunca la creí capaz de acto tan abominable... Haré lo posible por traérmela conmigo. Un hombre me acompaña, no temo a lord Gray, y veremos si persiste en sus viles proyectos delante de mí. No persistirá. Lo que está pasando es un plan admirable de la Providencia.
Flora se dejó convencer y permaneció en la casa. Cierto suceso imprevisto vino á dar la razón á la mayordoma. Nuestra linda morenita, en su deseo de agradar á todos en la casa y hacerse simpática, solía agasajar hasta al mismo Talín, le llamaba «rico mío», «precioso», «salado», aunque bien sabemos que Talín no merecía en conciencia estas lisonjas.
No hay modo de convencer a sus padres de usted de que la marquesa de Montálvez no sea la mujer más perdida y más escandalosa del mundo, o se convencen de que es una señora como otra cualquiera; pero se empeñan en que basta su mala fama para que usted no deba casarse, y no se case, con su hija, lo cual es lo mismo para usted.
El que antes era como una ostra había venido a ser algo como un poeta. Vivía dos existencias, la del pan y la de las quimeras. Esta la hacía a veces tan espléndida y tal alta, que cuando caía de ella a la del pan, estaba todo molido y maltrecho. Tenía Maximiliano momentos en que se llegaba a convencer de que era otro, esto siempre de noche y en la soledad vagabunda de sus paseos.
Vamos, queridos, hacedme el favor de convencer a este babieca de que es un buen partido para cualquier muchacha, porque no quiere creerlo. ¡Aprieta, pues si D. Santos no es partido con cinco o seis millones de reales, no sé yo quién lo será! exclamó Mateo relamiéndose como padre de cuatro niñas casaderas que no acababan de casarse.
Palabra del Dia
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