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Actualizado: 21 de mayo de 2025
El peligro del contagio, señora. ¿Quién sabe si los tubérculos que nacen en los pulmones del tísico no extienden a su alrededor el germen de la muerte? Pero perdone usted, no es éste ni el lugar ni el momento de desarrollar una nueva teoría, inventada por mí, y que pienso someter uno de estos días al examen de la Academia de Medicina. Unicamente le contaré un caso observado por mí.
Es preciso decirlo: contaré entre las más dulces horas de mi triste vida, las que pasé contemplando, sobre aquella noble fisonomía, los reflejos de un cielo radioso, mezclado á las impresiones de un corazón valiente.
A fin de probaros que la razón no me falta, os contaré una parábola, si tenéis calma para oírla. CREMATURGO. Cuenta. EUMORFO. Te escucho. PROCLO. Nada. Te escucho también. ASCLEPIGENIA. En el jardín de este palacio hay un rosal, que estaba casi seco y perdido por hallarse en terreno estéril. ¿Qué necesita? me dije yo al contemplarle. Mantillo, me respondí.
«Pues sí, gobernador de mi provincia. Quiero ver cómo arreglo aquello. Usted no tiene que entenderse más que conmigo. El Ministro me da vara alta». Señor director balbució Rubín , disponga usted de mí. Pues será usted incluido en la combinación que va mañana a la firma del Rey. Ya hablaremos, y le contaré a usted de cómo está aquello. Creo que iremos bien.
No se apure usted, amigo; vamos en coche, y así le contaré la cena de anoche. Y con un gesto muy gracioso, como si estuviese en su casa, invitó al ausiliante y al cabo á que subiesen en el coche que les esperaba en la puerta. ¡Al Gobierno Civil! dijo al cochero. Basilio que ya se había recobrado, contaba á Makaraig el objeto de su visita.
No, por una ausencia, que no es lo mismo, porque de lo pasado guardamos el uno y la otra la única memoria que nunca ensucia los recuerdos. ¿Y ahora? ¡Ahora!... ¿Sabes algo?... Nada sé; pero imagino que habrás hecho lo que hace poco me recomendabas. En efecto dijo Oliverio sonriendo. Luego se puso serio y continuó: En otro momento te contaré. Ahora no hay oportunidad.
Viendo tal profanación, escándalo y desacato, penetró el insigne D. Paco en la pieza, y exclamó: ¿Qué alboroto es este? Asuncioncita, Presentacioncita, todo se lo contaré a mamá cuando venga, todo, todito. Presentación cesó de cantar, y tomando al preceptor por un brazo, le dijo: Sr. D. Paquito mío, si no le dices nada a mamá, te doy un beso.
No es eso.... Contaré a usted si va hacia Aldeacorba. No voy, sino que vengo, preciosa señorita; pero porque usted me cuente alguna cosa, cualquiera que sea, volveré con mucho gusto. Volvamos a Aldeacorba: ya soy todo oídos. La Nela se decide a partir
En esto Pepe se arriesgó, por fin, a preguntar algo que satisficiera la espectativa que en sus padres y en él mismo había despertado el viaje. Vamos, hombre, ¿y cómo ha sido esto? ¿Qué te trae a Madrid? Ya te contaré, ya te contaré: ahora no... ¡Qué lástima que viva ahí dentro un extranjero! añadió, mirando con saña hacia Palacio.
FERRANDO. Siempre me lo han contado de diverso modo. GUZMÁN. Y como se abultan tanto las cosas... JIMENO. Yo os lo contaré tal como ello pasó por los años de 1390. El Conde don Lope de Artal vivía regularmente en Zaragoza, como que siempre estaba al lado de su Alteza.
Palabra del Dia
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