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Rehízose un poco su naturaleza a las pocas horas; al amanecer conoció a su familia y a sus amigos; articuló algunas palabras; movió los miembros, antes paralizados, y al mediodía del siguiente pronosticó el senado de doctores, en su tercera consulta, que, sin una complicación inesperada, el ilustre enfermo entraría muy pronto en una franca y satisfactoria convalecencia.

Las razones en que sustento mi parecer de que es pura ficcion esta carta son no existir en tiempos de la muerte de Jesucristo judios en España, en lo inverosímil i estraño de la consulta de los de Jerusalen á todos los que estaban esparcidos por el orbe; i por último afirmar cuantos tienen por verdadero este papel, que fué traducido en el idioma español, cuando la conquista de Toledo por don Alonso VI: edad en que todos los documentos se escribian en el latino.

Seis meses antes del principio de esta historia, Le Bris había tenido consulta con dos celebridades. Aun podía salvarse entonces; le quedaba un pulmón, y la Naturaleza a veces se contenta con menos. Pero era preciso llevarla sin demora a Egipto o a Italia.

Aparte de la manía de referir en las sobremesas y entre amigos de confianza mil anécdotas, no contrarias al pudor, pero a la serenidad del estómago de los oyentes, era don Manuel persona cortés y de buenas formas para presidir, verbigracia, un duelo, asistir a una junta en la Sociedad Económica de Amigos del País, llevar el estandarte en una procesión, ser llamado al despacho de un gobernador en consulta.

¿Relataba usted de un joven que ahorcaron en Red-Dog por robar un filón? decía un día el señor Tomás a un pasajero del vapor. ¿Recuerda usted el color de sus ojos? Negros contestó el pasajero. ¡Ah! dijo el señor Tomás, como quien consulta un memorándum mental, los ojos de Carlos eran azules. Y alejábase inmediatamente.

Entraron en la Comisaría por entre varios grupos de mujeres andrajosas con niños al pecho y hombres de mísero aspecto, todos mostrando repugnantes enfermedades: cegueras purulentas, costras roedoras, abcesos que desfiguraban sus miembros, retorciéndolos. Esperaban su turno para la consulta gratuita. Un fuerte olor de antisépticos impregnaba el ambiente.

«Hoy me vas a examinar bien... le dijo su primo . Figúrate que soy un desconocido que se te presenta en tu consulta. Déjate de bromas conmigo, y no me ocultes la verdad. Mira que te desacredito, si no lo haces así». Bueno, hombre, descuida; te registraremos en toda regla replicó el médico sonriendo y sentándose junto a él . ¿Te has cansado mucho? ¿No me ves? También es gana de hacer preguntas.

21 Publicad, y haced llegar, y entren todos en consulta. ¿Quién hizo oír esto desde el principio, [y] desde entonces lo tiene dicho, sino yo, el SE

Lo nono, que no pueda imponer contribuciones, ni gravámenes al pueblo ó sus vecinos sin prévia consulta y conformidad de este Exmo. Cabildo.

Ni la índole de la petición, ni las formas con que fuera hecha, eran asuntos que pudiesen complacer a Beatriz. Mi marido respondió aquélla con glacial desdén jamás me consulta acerca de los modelos de mi agrado... Nunca hablamos de cosas que se refieren a su profesión. ¡Ah!... ¿según parece... la señora de Fabrice nos niega su apoyo... en este particular?