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Actualizado: 11 de junio de 2025
Venía cubierto el rostro con un trasparente velo negro, por quien se entreparecía una longísima barba, blanca como la nieve. Movía el paso al son de los tambores con mucha gravedad y reposo. En fin, su grandeza, su contoneo, su negrura y su acompañamiento pudiera y pudo suspender a todos aquellos que sin conocerle le miraron.
Luego subiremos también, si quieres, aunque no sé qué interés podrías tener en conocerle, ahora... Se sentaron juntas tomándose las manos, mientras oían la voz juvenil y expansiva del visitante resonar en el vestíbulo. ¿Estoy delgada, verdad? Es un principio de anemia. ¿Y no te cuidas? Ellas y Eduardo quieren llevarme a la estancia. Pero no me decido a ir.
Habrá quien diga que debí conocerle antes; ¿pero qué mujer joven puede conocer a un hombre en uno o dos años de noviazgo, por sólo conversaciones de palco o baile, con miradas en paseo y misa, con cartas donde la imaginación vence al juicio en ese periodo de la vida en que ella no se cuida sino de parecer bonita y él no piensa más que en ocultar defectos?
Ni Metternich ni Bismarck quedaron jamás tan contentos de sí mismos como yo en aquella ocasión. Una cosa debo decir, y es que acabó de encajar en mi cerebro la opinión que hacía algún tiempo se había insinuado respecto a don Oscar. Me convencí de que éste era un ente ridículo y cargante, pero no el ser misterioso y terrible que al principio de conocerle me había forjado.
Fijaba en el pintor unos ojos paternales... «Un mozo interesante el tal Argensola.» Y al pensar esto, no se acordó de las veces que le había llamado «sinvergüenza» sin conocerle, sólo porque acompañaba á su hijo en una vida de reprobación. La mirada de Desnoyers se paseó con deleite por el estudio. Conocía los tapices, los muebles, todos los adornos procedentes del antiguo dueño.
9 y por ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 por conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, en conformidad a su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos.
Huyó Benina de un brinco, viendo cerca de sí las patas traseras de un grandísimo burro, que dos gandules apaleaban, como para conocerle las mañas y proveer a su educación asnal y gitanesca, y se fue hacia las casas que le indicó con un gesto el de la perfecta dentadura. Arranca de la explanada un camino o calle tortuosa en dirección a la puente segoviana.
Dió algunas vueltas por las calles principales, paseó por el parque de San Francisco y al cabo notó con sorpresa que estaba perfectamente tranquilo. Aquel amor no había sido más que un sueño. Pero si una señorita tan encopetada no podía amar á un rústico, también pensó que era hacerle una ofensa el sospechar que se avergonzaría de conocerle.
El inteligente en pintura tiene horas deliciosas que pasar en el museo de Munich: allí se estudia y se admira, hay muchas obras maestras, hay prodigios de arte, hay muchos lienzos soberbios; y como yo no soy pintor y en los museos me limito á admirar, concluyo recomendando á todos los que vayan á Munich no se salgan sin conocerle.
A estas razones, puso Luscinda en Cardenio los ojos, y, habiendo comenzado a conocerle, primero por la voz, y asegurándose que él era con la vista, casi fuera de sentido y sin tener cuenta a ningún honesto respeto, le echó los brazos al cuello, y, juntando su rostro con el de Cardenio, le dijo: -Vos sí, señor mío, sois el verdadero dueño desta vuestra captiva, aunque más lo impida la contraria suerte, y, aunque más amenazas le hagan a esta vida que en la vuestra se sustenta.
Palabra del Dia
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