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Actualizado: 22 de julio de 2025


No, no lo puedo creer; no es cierto. -, señora; es cierto. Yo no puedo estar en esta casa ni un día más. Adiós, señora. Lázaro murmuró la devota, asiéndose al brazo derecho del joven como un náufrago que encuentra una tabla en momentos desesperados. ¡Usted se va ... se va! Y yo me quedo aquí para siempre. ¡Oh!, quiero morirme mil veces primero. El joven estaba confundido.

Terminados los licores y el café, y cuando ya el humo de todos los cigarros se había mezclado y confundido, formando un a manera de toldo que colgaba del techo, la duquesa dijo: «Don Hermenegildo, hace tiempo que no nos obsequia usted con el salto de la truchaDon Hermenegildo se puso en pie.

¡Yo!... dijo confundido y descompuesto á pesar de su serenidad el padre Aliaga. Vuestro celo os ha engañado, fray Luis repitió la joven con su acento siempre igual, siempre reposado; pero siempre frío y hasta cierto punto severo. Yo no he dudado jamás de su majestad dijo el padre Aliaga, puesto por doña Clara hasta cierto punto en el banquillo de los acusados , pero he temido que ese caballero...

¿Cuál? ¿Qué otro puedo probar? pregunté confundido, pero él sólo sacudió la cabeza. Reginaldo, con papel y lápiz en la mano, estaba tratando de descifrar y hacer comprensibles las letras por medios que varias veces había intentado yo, a saber: substituyendo la A por la B, la C por la D, y así todas las demás.

El amor es el maestro, la pena es el domesticador, y el tiempo es el médico del corazón humano. Mientras las máquinas se movían, el viento rugía y el agitado mar se sacudía violentamente, yo me paseaba de arriba abajo, cavilando, confundido en la carta de juego que llevaba en mi bolsillo, y reflexionando en todo lo que había sucedido.

Es este corazón, que va sangrando con la herida brutal de su delirio, mi pobre corazón, agonizando, mientras va sollozando... sollozando... al rudo golpear de su martirio. Este martirio he siempre comprimido por inquieto temor a tu repulsa, hondo martirio que, a mi ser asido, parece cual mi vida confundido y siempre al lloro y al sufrir me impulsa.

Después de año y medio de encierro, compareció ante el Consejo de guerra, confundido en un rebaño miserable de viejos, mujeres y hasta adolescentes, todos enflaquecidos y quebrantados por la prisión, con la piel blanca y mate, como de papel mascado, y ese estrabismo en los ojos que da el aislamiento. Gabriel deseaba que le matasen.

Se replegaba y meditaba. Le habían dicho que las botas de tafilete daban muy mal resultado en Lancia, a causa de la humedad. Antes, mucho antes de que Mateo terminase su diatriba contra el tafilete, se la destripaban sus cuatro pimpollos con risas irónicas y pesadísimas palabras que dejaban confundido y triste al pobre viejo.

Esta medida parece haber provenido de la anterior, por descuido ó inadvertencia, razón por la cual se ha confundido con ella por los espíritus superficiales.

Pues en no confesar que creyó usted encontrarse con una pampita... legítima... inculta; y al oírme hablar no ha podido menos que pensar que, necesariamente, debo haber sido educada en Buenos Aires... ¡Aquí también hay, señor, quienes enseñan a leer... y hay libros... no crea!... ¿Usted lee mucho? le preguntó Ricardo, visiblemente confundido.

Palabra del Dia

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