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Actualizado: 27 de julio de 2025
Las inquietudes de la gente de París eran estremecimientos nerviosos de un pueblo que vive plácidamente y se alarma apenas vislumbra un peligro para su bienestar. ¡Tantas veces habían hablado de una guerra inmediata, solucionándose el conflicto en el último instante!... Además, él no quería que hubiese guerra, porque la guerra trastornaba sus planes de vida futura, y el hombre acepta como lógico y razonable todo lo que conviene á su egoísmo, colocándolo por encima de la realidad.
Y el conflicto con los alemanes se le venía á la memoria, y casi sentía que se hubiese allanado; él hubiera muerto con gusto por el pabellon español-filipino antes de someterse al estrangero: Porque despues de todo, pensaba, con España nos unen sólidos lazos, el pasado, la historia, la religion, el idioma... ¡El idioma, sí, el idioma!
En la comedia titulada Aun de noche alumbra el sol, se repite un tema muy popular en la escena española, á saber: el del conflicto que surge entre un Príncipe y un particular, que enamoran ambos á la misma dama, siendo muy de alabar en este poeta que el argumento de su drama, manejado tantas veces por otros escritores, gana considerablemente en mérito y belleza.
Y lo peor era que no había ido a almorzar, ni se sabía su paradero... «Tenemos que dar parte a la policía, para evitar que haga cualquier barbaridad. Yo pensé que habría venido aquí, y corrí desolada... ¿Dónde demonios estará? Ballester, por Dios, averígüelo usted y sáqueme de este conflicto.
El ganso de Nicolás fue quien lo echó a perder tomándolo por lo religioso... Si al menos se llegara a mí y me dijera: «tía, yo me veo en este conflicto, yo he faltado o voy a faltar, o puede que falte si no me atajan...». Demasiado sabe ella que con este mundo que yo tengo y con lo bien que discurro, gracias a Dios, le abriría camino para poner a salvo el honor de la familia.
Por todo esto, es tan posible como deseable que el conflicto que se ha promovido no acabe por estallar, con horroroso estrago, como bomba de dinamita, sino que se quiebre y se desvanezca en el aire como ténue bola de jabón y de agua.
Por este motivo, para hacer resaltar el conflicto entre los deberes de magistrado y de súbdito, en que Juan Pascual se encuentra, y la maña con que, en virtud de su firmeza de carácter y de su celo, desvanece los innumerables contratiempos que su cargo le suscita, se muda de repente el argumento del drama para concentrar todo su interés en los sucesos siguientes: Don Pedro, olvidándose de su pasión por Doña María de Padilla, se enamora con violencia de la propia hija de Juan Pascual, é intenta penetrar de noche en la casa del asistente.
Mi madre seguirá en sus trece y tocará el cielo con las manos; pero es mi madre, y todo su corazón le parece poco para quererme; es buena y compasiva en el fondo; jamás ha puesto a prueba el arraigo de esas repugnancias que son su manía; le pondrá ahora, porque se trata, de mí, y verá claro y se convencerá..., ¿pues no ha de convencerse!... Y no habrá conflicto, porque no puede haberle; y las cosas irán como y por donde iban ayer, que es como y por donde deben ir.
A estas líneas que dejo extractadas hay que añadir que el conflicto, lejos de resolverse allí, tomó nuevo aspecto, pues el arzobispo se negó entonces á prestar su concurso y á transigir con lo de las danzas, enviando á decir á las corporaciones y á los religiosos, que ya estaban formados en las gradas de la Catedral, que se dispersaran, causando nuevo motivo de alboroto, de enojo y de sorpresa.
Y, en efecto, al cabo de algunos meses, habiendo escrito Miguel un artículo de polémica personal, Mendoza se autorizó el enmendarlo añadiéndole algunas palabras que produjeron un serio conflicto al periódico.
Palabra del Dia
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