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Actualizado: 29 de junio de 2025


Tanto los sacerdotes regulares como los del clero secular confiesan que la masa del pueblo se halla aún sometida a la superstición heredada de los antepasados, la superstición que podría llamarse genuinamente filipina, la que proviene de las antiguas creencias en el nunu, el asuang y el anito y todos los espíritus de la antigua idolatría, anterior a la implantación del catolicismo por los misioneros españoles.

Los mas opuestos enemigos del establecimiento del Rio Negro confiesan la utilidad de esta internacion, pero lo dan por imposible, hablando con tanta valentia y seguridad, como si hubieran medido palmo á palmo aquellos caminos, y se hubieran enterado con un conocimiento práctico de la navegacion del rio.

Un hombre que se cree Zumalacárregui, un Zumalacárregui auténtico que sacrifica su genio y su dignidad militar a ambicioso príncipe sin más talento que su fatuidad ni más idea que su ambición; un país que abandona en masa hogares, trabajo, campo y familia por conquistar una soberanía que no es la suya y una corona que no ha de aumentar sus derechos; ríos de sangre derramados diariamente entre hombres de una misma Nación; clérigos que esgrimen espadas, moribundos que se confiesan con capitanes, villas pobladas por mujeres y chiquillos; cerros erizados de frailes y poblados de hombres lobos, que deliran con la matanza y el pillaje, son incongruencias que repetidas y condensadas en un solo día y lugar pueden hacer perder el juicio a la mejor templada cabeza y hacer dudar de que habitamos un país cristiano y de que el Rey de la civilización es el hombre.

Sus coetáneos dicen que esta iglesia es un «maravilloso edificio», y las guías modernas confiesan que es «grandioso». Ni unos ni otros se equivocan. Ya parece que doña Teresa está medio sosegada; ha gastado casi toda su fortuna en buenas obras, y esto da tranquilidad de ánimo.

En entrando la cuaresma, cita el cura para cada día los cacicazgos que han de venir a confesarse, a los que las justicias obligan a que vayan, estén o no dispuestos; las confesiones se hacen a las tardes, y aun a la noche, y al otro día temprano se les da la sagrada comunión al tiempo de la misa, y hasta la tarde no confiesan otros, en la que repiten lo mismo, hasta que concluyen con todos, cuya práctica merece algunas reflexiones.

Lo primero, confiesan estos padres gran parte de los estados católicos, y por poder acudir á los mayores, no admiten en sus confesonarios gente pobre, y muy de ordinario confiesan á los mismos príncipes. Así es que por este camino les es fácil penetrar todos los intentos, todas las resoluciones, así de príncipes como súbditos, y al punto avisan á su general ó asistente en Roma.

Habla y anima á su gente; confiesan y comulgan todos; dan fuego á sus alhajuelas, que no les quedó otra cosa sino las armas, y salen á los enemigos con ellas en la mano; hieren y matan cuantos pueden, y al fin quedó preso D. Álvaro con mucha sangre de ambas partes, y el fuerte de los enemigos, no fuerte, antes flaco hecho, en los secanos y sirtes de Berbería.

Manda que un alcalde vaya en secreto á Madrigal, para averiguar la verdad, y castigar al culpable. La causa comienza en seguida, y el juez toma declaraciones á todos los presos. Todos confiesan unánimes que el aventurero es el rey Don Sebastián, siendo infructuosos los esfuerzos del alcalde para convencerlos de lo contrario.

¿En qué puede fundarse tamaña extrañeza? oigamos al filósofo, que dice cosas muy buenas, pero que no se alcanza cómo pueden conducir á la destruccion del escepticismo. «Los escépticos van repitiendo siempre que las cosas les parecen, pero que ignoran lo que ellas son en realidad; confiesan los efectos y conceden por consiguiente que estos efectos tienen sus causas; pero afirman que no conocen á estas porque ignoran el género ó la forma segun la cual las cosas se hacen.

NUMEROSAS VOCES. ¡Estamos de acuerdo! ¡Completamente de acuerdo! MARCIO. ¿De veras? Entonces no lo entiendo. ESCIPIÓN. Y, sin embargo, es muy sencillo. MARCIO. Aquí hay algún error. Pero, en fin, ya que insistís... ¡Señores sabinos, congratulaos! Los culpables confiesan sus crímenes. Sin más que ver nuestros preparativos para la batalla de derecho, experimentan remordimientos de conciencia.

Palabra del Dia

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