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Actualizado: 9 de septiembre de 2025
El renacimiento de su carne lo guardaba como un secreto; era una hipócrita de la salud; seguía fingiendo achaques corporales como si fuese virtud el tenerlos. Eufemia, su doncella, era confidente parcial de sus engaños: como una trampa que hiciera a todos los suyos, Emma saboreaba a solas con su criada los pormenores de aquel fingimiento.
Pronto la niña será mujer. ¡Cuál no será tu alegría cuando veas que su entendimiento comprende todas tus ideas y su corazón todo tu amor! »Entonces tendrás ya una amiga, una confidente, una compañera: más que todo eso, porque ningún sentimiento terrenal podrá mezclarse con ese amor mutuo que habrán de profesarse padre e hija.
Por no arrostrar el enojo de un temible amigo; por no incurrir en la tacha de desleal. A media noche la inquietud de la agonía le hace insoportable la cama; levántase y va a buscar a su confidente: «¿Duermes, amigo? le pregunta en voz baja. ¡Quién ha de dormir, señor, con esta cosa tan horrible! ¿Con que no hay duda? ¡Qué suplicio el mío!
La planta de la empresa resuelta, pizca más pizca menos, de esta manera, don Lope cuidó de que Muley pudiese estar en libertad al momento preciso, y su confidente y escudero fué para armar a Mercado, alicionar a los criados y tenerlo todo a punto, como experimentado maese de campo.
Una a una en melodías nunca oídas, desarrollaba todas las tristezas, todos los ardores, y todas las esperanzas de los corazones muy enamorados. Hubiérase dicho que se dirigía a Magdalena, tan directamente nos llegaba su voz penetrante, emocionada, discreta como si aquel cantor sin entrañas hubiera sido confidente de mis propios dolores.
Ahora, haciéndole sospechar que don Rodrigo le engaña, que le hace traición, su excelencia, que es tan receloso, que en todas partes ve peligros, perderá de seguro á su muy amado confidente. ¿Quién os ha mandado, don necio soberbio, meteros conmigo? ¡Bien empleado os estará todo lo que os suceda, y en vano os devaneréis los sesos para saber de dónde ha venido el golpe!
Sobre la chimenea, vestida también de raso, había dos magníficos candelabros y un reloj, obra de nuestros plateros del siglo pasado. Los enseres de la chimenea eran igualmente de plata. La alfombra blanca con cenefa azul. En medio un confidente forrado de tisú de oro. Butacas, sillas doradas. En el suelo dos grandes almohadones de pluma.
Anita, a quien las confesiones emborrachaban, cuando sabía que entendía su confidente todo, o casi todo lo que ella quería dar a entender, se decidió a decir al Magistral lo demás, lo que había venido detrás del hastío de aquella tarde.... No ocultó sino lo que ella tenía por causa puramente ocasional; no habló de don Álvaro ni del caballo blanco.
Hacía diez años que había partido para San Petersburgo, donde era el maestro de música, o, mejor dicho, el confidente de la emperatriz Catalina; ésta le empleó en intrigas de la corte, lo cual, descubierto por el Czar, a quien no gustaba que se burlasen de él, envió a Gerardo a la Siberia.
Palabra del Dia
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