Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


El prelado se equivocaba. El Cielo le ayudaría a descubrir aquel secreto, y su instinto y su conocimiento del corazón humano completarían la =obra=. La abadesa de Santa Cruz presentole a la mañana siguiente la petición de una de sus novicias para que acelerase la época de profesar, la cual, al mismo tiempo, rogaba al prelado le concediese oír su confesión.

Tragomer fué el primero que tomó la palabra y dijo con su habitual sangre fría: Mi querido Jacobo, tu sincera confesión tiene el mérito de no dejar duda alguna en nuestro espíritu. Adivino en la satisfacción de Marenval que la verdad le salta á los ojos como á . Perfectamente, apoyó Cipriano. Es claro como la luz del día.

Fue una confesión larga y completa, un examen de conciencia en que dejó que se transparentase su alma, mostrando a don Juan lo íntimo de su corazón tan franca y lealmente como en otro tiempo le dio a besar la blanca y tibia redondez de su pecho.

Solamente los rabíes Ferrer i Joseph Alvo se mantuvieron contumaces en sus doctrinas. Rabí Astruch presentó entonces á Benito XIII una confesion por i en nombre de los demás judíos, en la cual se declaraban vencidos, i por tanto abjuraban los errores de su antigua lei, i abrazaban con toda fe la verdad de la religion de Cristo.

Las discusiones recrudecían, apasionadas e inútiles, entre los que sostenían la sinceridad de los nihilistas, los que veían en su conducta una nueva prueba de la culpabilidad del Príncipe y los que volvían con mayor confianza a la versión del suicidio, imputando a los métodos inquisitoriales del magistrado la confesión arrancada a una inocente.

Si no me engaño, hay aquí una confesion tácita de la falsedad de su opinion. La idea de la extension se hallará en la sensacion de la vista, pero no podremos sacarla; ¿por qué? porque es vaga; mas entonces, ¿quién quita que el ejercicio, trayendo la comparacion y la reflexion, la haga precisa? La dificultad está en adquirirla de un modo ú otro; el perfeccionarla es obra del tiempo.

Pero, ¿no era más probable que hubiera dicho la verdad y el Príncipe fingiera ese asombro porque conocía el daño que semejante confesión tenía que causar a ambos? ¡Ella misma lo había dicho! repitió el magistrado. ¿Se asombra usted? ¡Eso es falso! replicó el Príncipe. ¿Cuánto tiempo hace que la conoce usted? Tres años. ¿Cómo la conoció? Era amigo de sus hermanos.

A los diecisiete años, qué diablo, me enamoré de Valentina y fui menos práctico que Martín; lo confieso. Los libros de estudio no me atraían mucho; leía a Lord Byron y a Musset; las Horas de Ocio y la Confesión d'un enfant du Siècle me montaron la cabeza y me enfermaron el corazón. Le hice versos a Valentina y asistía a oír la lección de matemáticas como quien asiste a un entierro.

Allí tuvo que habérselas mi amigo con el mismísimo Voltaire. El célebre escritor no tardó en acudir al llamado de la pitonisa, y ésta escribió bajo la influencia del evocado espíritu, en castellano de gacetilla, y en estilo difuso y pesado, semejante al de los redactores de «La Nueva Revelación», no cuántas perrerías luteranas, contra la confesión auricular.

Ahora, para el caso de Adriana, su extrañeza y su perplejidad eran producidas por la precipitación con que iba a realizarse el matrimonio. No hallaba, en su experiencia, un hecho análogo que pudiera servirle como elemento de juicio. ¿Dónde está Adriana? preguntó. De un momento a otro la verás, está por salir con Raquel, para la confesión. Ambas, en efecto, aparecieron.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando