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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Permanece allí, en efecto, no atreviéndose a avanzar, presa de un sentimiento singular que no ha previsto; porque el que se acerca en aquel momento es el hombre a quien ama, cuyo pensamiento la llena de ternura y de esperanza. De pronto, un pudor inquieto, una timidez extraña la turba, y no sabe qué palabras pronunciar para hacer a Juan la confesión que, lejos de su presencia, creía fácil.

Tan grande era mi confianza en la bondad de Magdalena, que la idea de semejante confesión me parecía aún más natural en medio de las ideas locas o culpables que me asediaban.

De tan sencilla confesión tomó pie el médico para contar mil graciosas historietas, donde se mezclaban donosamente la devoción y la obstetricia y desempeñaba San Ramón papel muy principal.

Si no pueden ustedes obtener la confesión del verdadero culpable, la situación del señor Freneuse será muy grave y tendrá que tomar el camino de la América del Sur para vivir libre de persecuciones. La verdad es que nunca he visto asunto tan difícil ni tan peligroso. Todo es en él irregular y las leyes resultan lamentablemente pisoteadas.

Mientras subsistan sus causas, la enfermedad no se curará radicalmente, y le hará a usted padecer cruelmente toda la vida, y al cabo concluirá con ella demasiado pronto... Hábleme usted con franqueza... Nosotros, los médicos, somos los confesores de los hombres que no creen en la confesión... ¿Es usted casado, o soltero? Soltero. Pero usted tiene una mujer que le ama demasiado...

Guimarán no dejaba entrar en la sala más que a los espíritus fuertes, o por lo menos, si no tan fuertes como él, que eso era difícil, partidarios de dejar a un moribundo «espirar en la confesión que le parezca, o sin religión alguna si lo considera conveniente».

11 Ahora pues, dad confesión al SE

LA DAMA. ¡No..., no...! ¡No me abandone usted, señora...! Lo que me inquieta no es solamente el rostro, sino el cuerpo. Quise adelgazar, y mi pecho, demasiado voluminoso, se convirtió... El resto de la confesión se pierde en el oído complaciente de La Choute; la dama, orgullosa, se muestra desde los pies a la cabeza. No es solamente el pecho el que se le cae.

En aquel momento, el gitano, inclinado sobre la borda de su tartana, escuchaba con oído atento un ruido cadencioso que resonaba pesadamente como el paso de muchos caballos. ¡Ellos son, por fin! exclamó. ¿No eres, pues, más que un fraile llorón? J. JANIN, Confesión.

No tengo más que uno... ¡Uno solo que llena toda mi vida!... Haré Confesión pública... Llamad a los criados... Que acudan todos... ¡Criados de mi casa!... ¡Hermanos que llegasteis aquí conmigo!... ¿Dónde estáis? ¡Quiere hacer confesión ante vosotros Don Juan Manuel Montenegro! ¿Dónde estáis? ¡Llegad todos! El hijo y el capellán se interrogan con una mirada.

Palabra del Dia

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