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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Entonces se detuvo, volvió a mirar con ahínco, dio un paso dentro de la capilla; no había nadie; estaba seguro. «¡Luego aquellas señoras se habían ido sin confesión; luego el Magistral se permitía el lujo de desairar nada menos que a la Regenta!». El Arcediano vio un mundo de intrigas que podían fundarse en este descuido del Provisor.
Se vio entonces protegida en cierto modo por aquel ruido, envolviéndose en él su confesión y su descuido de toda regla conforme con la etiqueta, cuando los vigorosos brazos del joven la ayudaban a bajar del caballo, pareciendo juzgarla ridículamente pequeña y liviana.
En lugar de argumentos en favor de una confesión, era incapaz ahora de representarse otra cosa que las deplorables consecuencias que aquella acarrearía. Entonces volvió el antiguo temor del deshonor el antiguo horror de pensar en levantar una valla infranqueable entre él y Nancy , su antigua inclinación a contar con las probabilidades capaces de serle favorables y evitarle una denuncia.
Pero conservó aquél con el mismo esmero con que se guarda una joya de sus padres; y nunca dejó de ir a dormir la siesta a la cama en que nació y en que sus padres durmieron la primera noche de novios. Elena recibió la confesión de su esposo con sorpresa y secreto despecho que se esforzó en disimular.
La confesión de la culpa ennoblece siempre, y como demasiado sabía él que todo lo noble hallaba eco en el gran corazón de Jacinta, se dijo: «aquí me viene bien un rasgo». Pero el momento de la confesión se acercaba, y el pecador estaba algo confuso, sin saber cómo iba a salir de ella.
Con esto los soldados tuvieron algún tiempo para reposar, y como no se creía que la batalla había de ser muy sangrienta de ambas partes por haberse de pelear con gente tan diestra en manejar las armas, quisieron los más ajustar con Dios las partidas de su conciencia, para lo cual les oyeron de confesión seis Padres que á este fin habían venido de allí.
Quería presentarse ante la señora Liénard, dueño por completo de sí mismo, a fin de hacer más persuasivas sus palabras y arrancarle la confesión de su amor por el joven Princetot. Apresuró el paso como si la rapidez de la marcha hubiese tenido la virtud de avivar sus ardores y de espolear su voluntad.
Al bajar de la torre y pasar por el trascoro las había visto, las había conocido, eran la Regenta y Visitación; estaba seguro. ¿Cómo habían venido sin avisar? Don Cayetano debía de saberlo. Cuando una señora de las principales, como era la Regenta, quería hacerse hija de confesión del Magistral, le avisaba en tiempo oportuno, le pedía hora.
4 Entrad por sus puertas con confesión; por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su Nombre. 5 Porque el SE
El fracaso de los misioneros Según propia confesión, estos misioneros, después de tres siglos de predicaciones, no han logrado extirpar esas supersticiones incrustadas en la conciencia del pueblo. Debemos aceptar su declaración como honrado testimonio del fracaso de su misión religiosa.
Palabra del Dia
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