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Don Juan concibió, sin embargo, alguna esperanza. Indudablemente, aquella mujer había ido decidida a darlo todo por concluido; pero sus miradas, su turbación, el constante aludir a lo pasado, como echándolo de menos, indicaban que le costaba gran pena resignarse. Mira, Cristeta dijo bajando los ojos, al modo de quien hace una confesión vergonzosa , tienes razón.

Pronto concibió por un amor de cabeza, vivamente transformado en amor de los sentidos. Al cabo de unas semanas su existencia había cambiado por completo. Ya no recibía á ninguna de las personas á quienes encontré en su casa, y que fueron reemplazadas con increíble facilidad por mis amigos y sus queridas. Aunque distinguida por educación, no tenía el sentido de las distancias sociales.

Harto sabía Carolina que el amor de don Quintín no había llegado al terreno práctico, y desde que le abrió la puerta comprendió que iba en busca de noticias de su compañera; pero con la rapidez del pensamiento concibió el atrevido proyecto de seducirle.

Sólo entonces, relacionando con aquella narración ciertos pormenores que él había observado indiferentemente en casa de don Íñigo, concibió don Alonso la primera sospecha.

22 Y saliendo, no les podía hablar; y entendieron que había visto visión en el Templo; y él les hablaba por señas, y quedó mudo. 23 Y fue, que cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa. 24 Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se encubrió por cinco meses, diciendo: 25 Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres.

Cuando Carlos V concibió la primera idea de retirarse del mundo, fijó desde luego su atención, como en lugar muy á propósito para acabar tranquilamente su vida, en el Monasterio de Yuste, cuya fama llenaba ya el orbe cristiano, no sólo por la grandiosidad de su fábrica y por la riqueza de la Comunidad, sino también por lo ameno, sosegado y saludable de aquel solitario sitio.

Grandes golpes dió en su puerta con ambas manos, pero nadie oía sus desesperadas voces de terror. Acercóse a la entrada de palacio y quiso abrir la puerta de bronce que la cerraba; pero por más esfuerzos que hizo, no pudo lograr moverla un milímetro, y por fin, en su desesperación, concibió la idea de salir por entre los barrotes, pues a toda costa quería abandonar aquella casa.

19 Y concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob. 20 Y dijo Lea: Dios me ha dado buena dádiva; ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón. 21 Y después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina. 22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y abrió su matriz. 23 Y concibió, y dio a luz un hijo; y dijo: Dios ha quitado mi vergüenza;

Sabía cuánto importaba atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era la de un hereje, un enemigo encarnizado de ella, el acto crecía desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibió varias veces el propósito de acercarse inmediatamente a él, hablarle y convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo un fracaso.

Este medicamento emoliente de la espera equivale, para la mayor parte de los caracteres, a infalible específico. No hay que vituperar su empleo, en atención a lo que consuela: en rigor, la vida es serie de aplazamientos, y sólo hay un desenlace definitivo, el último. Así que Julián concibió la luminosa idea de aguardar un poco, sintióse tranquilo; aun más: contento.