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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Y ya se comprende que esta manera de hacerse religioso de poco o de nada podía valerle así en la tierra como en el cielo. Harto se comprenderá también, se explicará y se justificará por lo dicho, el pobre papel que Fray Miguel de Zuheros hacía entre los demás frailes. Sólo Dios sabía lo que guardaba él en el centro del alma.
Julián oía estupefacto aquellas miserias de la vida pecadora, y se admiraba de lo bien que teje el diablo sus redes. Pero, señor... balbució . Si usted mismo lo conoce y lo comprende....
Ya se comprende que la señora de Maurescamp fue por mucho tiempo para los huéspedes del castillo, como para los vecinos de la campaña, un objeto de la más insistente curiosidad; era imposible dejar de observar con especial atención la fisonomía y el porte de una joven cuyo nombre acababa de estar mezclado en una aventura tan trágica como misteriosa, y trascendente.
Pronto se casará entonces. ¡Ay, Dios! exclamó doña Rosalía con profunda lástima. Me parece que están verdes; hoy no se casan las jóvenes hermosas si no tienen dinero, ¿cómo se ha de casar ella no siendo rica ni bonita? Yo no la encuentro fea. ¡Ay, Dios! ¡Pobrecilla! Ya comprende que no debe pensar en esas cosas. Últimamente se ha metido mucho por la iglesia.
Ya, Sola ha puesto mi cuarto como el oro, y me ha preparado ese chocolate que, por lo exquisito, debe de caer en espesos chorros del mismo cielo». Dando luego un gran suspiro se sonrió y dijo: Usted, solterón empedernido, no comprende estas deliciosas chocheces del alma.
Las pruebas que yo podría presentar contra usted en el tribunal de Asises, lo harían condenar a trabajos forzados por un término de años, ¿me comprende? Voy, por lo tanto, a hacer un convenio con usted: si me promete no molestar más a su esposa, yo guardaré silencio.
¿Qué es lo que se aprende en esa galería de la muerte y la iniquidad? ¡Oh! se aprende mucho!... Desde luego, al evocar los recuerdos históricos, se comprende toda la inutilidad de la fuerza, del derramamiento de sangre, como medio político, social ó personal.
A lo que se presume, desde que doña Agustina empezó a mostrársele propicia, don Policarpo discurrió sobre poco más o menos de esta suerte: «No se comprende ni se explica cómo el proceso evolutivo del ser, aunque haya durado millones de años, por el concurso fortuito de los átomos, y por su fatal y ciego prurito y constante tendencia a la perfección, ha podido aparecer sobre nuestro planeta, después de prolongadísima serie de transformaciones, un mamífero tan primoroso y apetecible como doña Agustina, dotado, además, de claro entendimiento y de voluntad tan benigna y con el portentoso don de la palabra, que le sirve para transmitir las ideas agradables en contestación a las que salen de mi cabeza y a las voliciones de mi corazón.
Nosotros, que sin descanso hemos recorrido el pequeño territorio que comprende la isla de Guajan, única que hoy tiene alguna vida, por más que esta sea bien raquítica y efímera; nosotros, que hemos contemplado lo mismo las escasas ondas del Asang, que los panoramas que se desarrollan desde las mesetas de Santa Agueda; nosotros, que los recuerdos de las islas no son tan intensos que nos empujen, ni á la parcialidad exagerando lo que no hay, ni vituperando lo que existe; nosotros, en fin, que la única norma que guía nuestra pluma es la absoluta verdad, vamos á emitir nuestra opinión, opinión que no es hija del capricho, sino legítima conclusión de muchas horas de estudio interrogando cartas, libros y manuscritos.
Me han dicho que estuvo en casa de la señora Sermet, la abuela de esta chica, el sábado último... Entró a las dos y salió a las tres y trece... Ya comprende usted... ¡Digo!... la buena señora estará muy contenta porque se va a desembarazar de su nieta. Lo creo... parece que la muchacha le da una guerra... Tiene un carácter infernal y no hace más que lo que se le antoja...
Palabra del Dia
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