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Actualizado: 29 de junio de 2025
Adivinaba la profundidad de la sima y los horrores que ocultaba, pero no podía romper las tinieblas de que estaba llena. Entonces pensó que su empeño era cuestión de tiempo. "No puedo pretender," se decía, "resolver de golpe un problema tan arduo y tan complicado y que han estudiado ya de buena fe jueces competentes y sabios, sin encontrar la solución.
Su padre, radiante, se la presentó a la Marquesa de Oreve, que allí estaba y que la acogió con miradas, fijamente investigadoras y palabras de bienvenida un poco arrulladoras y afectadas. Me gustaría saber lo que ha pensado la muchacha de aquella cara redonda, coronada por un complicado edificio de trenzas y rizos y que se paseaba de un hombro a otro con lentitud presuntuosa.
No hay concha que pueda comparársele, y mucho menos las obras de la humana industria. Es el esquino la última palabra de los seres circulares y radiantes: él representa su triunfo, su más completo desarrollo. Pocas variantes tiene el círculo; es la forma absoluta. En el globo del esquino, tan sencillo á la par que complicado, alcanza una perfección que termina el primer mundo.
Imagina, sin que nadie se lo quite de la cabeza, por no conocer sin duda lo de tiempo que se gasta, lo de papel que se embadurna y lo de afanes que se producen con nuestro complicado expedienteo, que las horas de oficina transcurren en amenas pláticas, fumando los oficinistas exquisitos puros y regalándose con frecuentes piscolabis.
El tenía la culpa de que el muchacho hubiese emprendido el loco viaje á cuyo final le esperaba la muerte... La devota Cinta se representaba esta desgracia como un castigo de Dios, siempre complicado y misterioso en sus designios. La divinidad, para hacer expiar al padre sus culpas, mataba al hijo, sin pensar en la madre, á la que hería de rebote. El piloto se marchó.
No por esto ha de condenársele; al contrario, tanto en el complicado enredo de estas fábulas pomposas, cuanto en la riqueza y variedad de las situaciones y resortes dramáticos, y en las innumerables bellezas aisladas que las adornan, se encuentra una prueba sólida de la flexibilidad de los talentos poéticos de Lope.
Yo no he dicho ni más ni menos que lo que repito ahora, aunque sea pesadez; pero aunque sea pesadez, ya que doña Emilia me da ocasión para ello, voy a continuar mis meditaciones estéticas, insertando aquí mi tercer artículo, que por miedo de fatigar al público permanecía inédito, y que es como sigue: Lo único que me apesadumbra y que a veces me mueve a arrepentirme de haberme puesto a tratar asunto tan complicado, es la multitud de aspectos bajo los cuales importa considerarle y la extensión que por consiguiente tengo que dar a este escrito.
Demasiado elevado, complicado e inabordable el primero, sólo ha descendido de las alturas y se ha dejado ver en muy contadas ocasiones, por los profetas elegidos al efecto, y allá en tiempos muy remotos; el segundo, en cambio, eminentemente democrático, anda suelto y sin aparato en la tierra, y se deja ver por todo el mundo en figura de hombre o de animal, sin ceremonias previas, en estado de gracia o de desgracia, sembrando gratuitamente el miedo y el terror.
Conocía este tipo y sabía cómo se le trataba. Pero fue inútil. En el poco tiempo que pudo aprovechar para hacer la prueba de su sabio y complicado sistema de seducción, don Carlos no echó de ver siquiera que se le tendía una red amorosa. Por aquella época era él casi sansimoniano.
Me escuchó y respondió: «Necesitaríais veinte a treinta mil dollars, y nadie os prestará esa suma sobre las inciertas probabilidades de un pleito muy complicado; ¡sería una locura! Si sois desgraciada, si necesitáis algún socorro... No es eso lo que pide miss Percival, padre mío, dijo con viveza Richard.
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