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Actualizado: 10 de junio de 2025
El desquite de los pobres estaba próximo, y la ciudad blanca y risueña, la ciudad de los ricos, con sus bodegas y sus millones, iba a arder, iluminando la noche con el esplendor de su ruina. Se agrupaban los recién llegados a un lado del comino, en la llanura cubierta de matorrales.
Ciertas vecinas querían llevarla a paseo, a una tertulia y a los teatros extraviados que ellas frecuentaban. La pobreza en Madrid tiene que ser o resignada o cursi. Aquellas vecinas eran cursis. Anita no podía sufrirlas; le daban asco ellas, su tertulia y sus teatros. Pronto la llamaron el comino orgulloso, la mona sabia.
En el palco del Veloz habían quedado solos Diógenes y Jacobo; despatarrado aquel frente al público, como si quisiera indicarle que todo él junto no se le importaba un comino; mirando este sin cesar, como un cadete, al palco de la dama de las camelias.
La sobrina del doctor empezó a nombrar a aquellas de sus antiguas amistades que no habían cesado de visitar la casa de la calle de Angulema, citando por último a Felipe Auvray. El enfermo recapacitó. ¿Ese Felipe Auvray no es amigo de Amaury? Sí, señor. ¿Uno muy elegante? ¡Oh! no, tío. Pero joven y de gran posición, ¿no es eso? Sí. ¿Noble? No. ¿Te ama? Lo sospecho. ¿Y tú a él? Ni un comino.
23 Estad atentos, y oíd mi voz; estad atentos, y oíd mi dicho. 24 El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿romperá y quebrará los terrones de la tierra? 25 Después que hubiere igualado su superficie, ¿no derramará la neguilla, sembrará el comino, pondrá el trigo por su orden, y la cebada en su señal, y la avena en su término? 26 Porque su Dios le enseña para saber juzgar, y le instruye,
En el envoltorio que desplegó don Paco había media docena de hermosos pedazos de lomo de cerdo, gruesos como el puño, de los que Juana la Larga había adobado y frito; de los que con el aliño de orégano, pimiento molido, comino y qué sé yo qué otras especias, ya calentados en la propia manteca entre la que se conservan en orzas, ya extraídos de la manteca y fiambres, seducen a las criaturas más desesperadas y afligidas y les dicen: ¡comedme!
No me adules. Di qué pretendes de mí. CREMATURGO. Tú, que lo sabes todo, ¿no podrías decirme de qué medio me valdré para que mi amada sea mía, solamente mía? PROCLO. No llega tan lejos mi saber. Si llegara, le hubiese yo empleado en favor mío, que buena falta me ha hecho. CREMATURGO. Veo que tu saber no vale un comino. Harto me lo sospechaba yo.
Yo, señor mío, no tengo más que mi conciencia, obro segun mi conciencia, mi conciencia está satisfecha, y me importan un comino los juicios de fulano ó zutano. Mi conciencia, señor mío, ¡mi conciencia! Sí, mi General, pero el pais... ¡Tu tu tu tu! El pais, ¿qué tengo yo que ver con el pais? ¿He contraido por ventura compromisos con él? ¿Le debo yo mi cargo? ¿Fué él quien me ha elegido?
¿Y qué me hago con la voz? ¡Pues, como formas, la alta! ¡Psh! dice Ben Zayb, ninguna vale un comino, ninguna es artista. Ben Zayb es el crítico de «El Grito de la Integridad» y su aire desdeñoso le da mucha importancia á los ojos de los que se contentan con tan poco. ¡Ni la Serpolette tiene voz, ni la Germaine tiene gracia, ni eso es música ni es arte ni es nada! termina con marcado desden.
Ya sazona la masa de las morcillas, echando en ella, con rociadas magistrales y en la conveniente proporción, sal, orégano, comino, pimiento y otras especias; ya fabrica los chorizos, longanizas, salchichas y demás embuchados. La mayor parte de esto se suspende del humero en cañas o barras largas de hierro, lo cual presta a la cocina un delicioso carácter de suculenta abundancia.
Palabra del Dia
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