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Actualizado: 13 de junio de 2025


Además, la duquesa es una mujer sublime y hace cosas de las que ni ni yo seríamos capaces. ¿Tomarías caldo durante todo un año y en todas las comidas? ¡Caramba! ¡No me parece eso muy divertido! ¡Pues bien! la duquesa pone el puchero a la lumbre cada dos días, porque a su marido no le gusta la sopa de vigilia.

Ojeda y Maltrana ocupaban una mesa en el centro del comedor con otros dos pasajeros: un señor de patillas blancas, parco en el hablar, que siempre llegaba con retraso a las comidas y pasaba el resto del tiempo encerrado en su camarote. Era el doctor Rubau, viejo médico residente en Montevideo.

Debo exceptuar lo relativo á los alimentos, en que se conservan los antiguos hábitos de repetir las comidas, teniendo una frailesca á medio día, asi como la suculenta cena á las nueve de la noche. Las costumbres tienen allí un doble sello, porque son como el término medio, ó mejor dicho, la transición de lo español á lo francés.

Yo he estrenado un drama con inenarrable éxito. Yo tengo un estómago delicado. Esta última superioridad es la que todos le reconocen. A eso voy. Yo necesito beber agua de Vichy en las comidas. Yo comprendo que, cuando vamos en fila al refectorio, yo, el único, con mi botella de agua de Vichy en los brazos, todos los demás me envidian, y diré más, hasta me aborrecen.

Gillespie tuvo la esperanza de que esta alimentación abundante sería acompañada con algún vino del país; pero en las tres comidas que llevaba hechas, la grúa sólo subió un tonel, que podía servirle de vaso, lleno de agua. Al ver su gesto de extrañeza, la mujer que prestaba servicios de mayordomo hizo subir un segundo tonel, pero sólo contenía leche.

Por el momento sus relaciones se limitan á veladas y comidas entre millonarios, preludios de bodas que cruzan la sangre de los nobles de la conquista con la de los ganaderos de puercos y explotadores de minas. La estadística de los matrimonios por los cuales las misses de Chicago, de Nueva-York ó de Filadelfia han entrado en las más ilustres casas inglesas, es muy curiosa.

En cambio, la señora de Maurescamp había concebido por el joven, desde la primera vez que le vio, la más grande antipatía, la que no se cuidaba de disimular. Fue, pues, con disgusto que le vio instalarse por tres semanas en la Venerie, en los primeros días de noviembre, pues hasta entonces, sólo había asistido a las comidas o al almuerzo con motivo de la caza.

Varmen notó con sobresalto que cuando venía el guarda al castillo á las horas de las comidas, tenía fija tenazmente sobre ella su atención. Las flores de los jardines quieren las brisas de primavera para ostentarse: en las cabezas de las mujeres, quieren las alegrías, que no todas tienen, ¡ni aun en la juventud!

No se acostaba los miércoles hasta la llegada del correo, para llamar a su marido si había pasajeros a quienes atender. ¿No se cansaba? ¿Cuántos huéspedes tenían? Calculaba que acudirían unos cuarenta a las comidas de hora fija y había parroquia de transeúntes, que eran tantos, que ella y su marido podían servirlos, pero él trabajaba también. ¿Qué trabajo?

Allí aprendió Roger lo que el lujo y el buen gusto significaban, sobre todo al comparar aquellos festines con las frugales comidas del convento y la parsimonia de la mesa de Morel.

Palabra del Dia

rigoleto

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