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Actualizado: 13 de junio de 2025


Afortunadamente como conocían su carácter independiente, respetaban su libertad, y nadie se preocupaba de hacerle modificar la manera de vivir que había adoptado. María Teresa, con gran delicadeza, evitaba, durante las comidas, hablar de sus amigos y de lo que sucedía en la playa o en el Casino. Se esforzaba en no conversar más que sobre cosas susceptibles de interesar a Juan.

Vivía en un hotel antiguo, cerca del bulevar de los Italianos, por haberlo admirado en otros tiempos como un lugar de paradisíacas delicias, cuando era estudiante de escasos recursos y estaba de paso en París; pero las más de sus comidas las hacía con Torrebianca y su mujer. Unas veces eran éstos los que le invitaban á su mesa; otras los invitaba él á los restoranes más célebres.

¿Es usted de Reus? exclamaba en la oficina al contestar a un transeúnte . Pues el Estado catalán ha pactado con el de Castilla. Vamos a beber unas tintas, como buenos ciudadanos confederados. Las comidas del domingo en casa del Mosco eran tranquilas y plácidas. Feliciana, la hija, del cazador, servía la mesa o permanecía inmóvil junto a la pared, con los ojos fijos en Maltrana.

Los primeros tiempos del noviazgo de María Teresa se pasaron en presentaciones, comidas y placeres constantemente renovados. Huberto era un incomparable organizador de fiestas. Con él era imposible estar sin distracciones; además, sabía variarlas maravillosamente.

Usted es muy joven, Obdulia, y tiene aún mucha vida por delante. Todo eso que usted ve en sueños, véalo como una realidad posible, probable. Dará usted comidas de veinte cubiertos, una vez por semana, los miércoles, los lunes... Le aconsejo a usted, como perro viejo en sociedad, que no ponga más de veinte cubiertos, y que invite para esos días gente muy escogida.

En tanto que esto pasa, presuroso, Juntando en Ipaneme mucha gente, Andaba Guayracá muy valeroso, Astuto, sábio, artero y muy valiente. En un espeso bosque, deseoso De librar del cristiano bien su gente, Compuso una terrible palizada, De aguas y comidas abastada.

Su compañera se mantenía al lado suyo gran parte de la velada, presenciando el ir y venir de los camareros cargados de bocks, sin atreverse á intervenir en este consumo enorme de cerveza. Su preocupación era guardar un asiento vacío junto á ella para que lo ocupase Desnoyers. Le tenía por el hombre más «distinguido» de á bordo porque tomaba champañ en todas las comidas.

»40 pesos para las comidas que tendríamos que devolver. A Susana le gustaba la sociedad. »20 pesos para accesorios de pintura, bordado, música, etc. Susana tenía tantas habilidades... »80 pesos para veranear. A Susana le gustaban los viajes. »20 pesos para las buenas obras. Susana daba su óbolo a todo el que se lo pedía.

Cuando la cosecha le pareció suficiente, volvimos en triunfo al pabellón; las fresas que quedaban fueron polvoreadas con azúcar, y después comidas por sus lindos y buenos dientes. ¡Ah, qué bien me sienta esto! dijo entonces la señorita Margarita, arrojando su sombrero sobre un banco y echándose de espaldas contra el cercado de olmedillas.

Más de veinte años hacía que Fuentes venía alegrando las comidas y los saraos de la capital, desempeñando en ellos el papel de primer actor cómico. Algunos de sus chistes habían llegado a ser proverbiales; repetíanse no sólo en los salones sino en las mesas de los cafés, y hasta llegaban a las provincias. Contra lo que suele suceder en esta clase de hombres no era maldiciente.

Palabra del Dia

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