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Actualizado: 28 de julio de 2025


La señorita de Freneuse dedicó al recién llegado una amable sonrisa, se levantó y ofreciendo la mano á Cipriano le condujo hasta su madre. Había prometido volver muy pronto, queridas primas, dijo el antiguo comerciante, y aquí estoy para traer á ustedes mejores esperanzas que la última vez. ¿Ha sabido usted algo favorable á nuestra causa? preguntó turbada la señora de Freneuse.

Sens, ciudad de mas de 25,000 habitantes, muy comerciante, agrícola y manufacturera, ostenta en su plaza principal un bellísimo templo en cuya fachada de un gusto delicioso se reposa con placer la mirada, puesto que puede hallar un contraste del arte grandioso con la prosáica agricultura.

Ve pensando en establecerte, y si encuentras una muchacha buena, hacendosa y modesta, lo que no es fácil, tampoco será de más que te cases. Para ser comerciante necesitas familia. Adiós, muchacho. Ven a la tarde y haremos juntos las estaciones. El muchacho salió de la casa, llevando sobre sus hombros una verdadera olla de grillos. Era verdad lo que decía el tío: le querían explotar.

Pero vamos a juzgar en San Juan la suerte de las ciudades que han escapado a la destrucción, pero que van barbarizándose insensiblemente. San Juan es una provincia agrícola y comerciante exclusivamente; el no tener campaña la ha librado por largo tiempo del dominio de los caudillos.

Las niñas con quienes la de Arnaiz hacía mejores migas, eran dos de su misma edad y vecinas de aquellos barrios, la una de la familia de Moreno, del dueño de la droguería de la calle de Carretas, la otra de Muñoz, el comerciante de hierros de la calle de Tintoreros.

La armazón de la novela de Ángel era la siguiente: un comerciante muy rico tenía una mujer muy guapa, la cual mujer era, además, ligera de cascos. De este matrimonio nació una hija que llegó a ser moza, sin que, su madre se recatara de ella todo lo que debía para entregarse a sus liviandades, que iban de mal en peor y al cabo llegaron a matar de pesadumbre y de vergüenza al pobre comerciante.

Encontrándonos en esta conversación, fué á hacernos compañía un honrado comerciante español, casado con hija del país y radicado en aquel pueblo. Enterado de nuestra conversación nos dijo, que él sabía de un viejo de ciento dieciocho años, que se le conocía con el nombre del matandá de la ermita, el cual, hacía tiempo vivía en el barrio de Cotta, distante dos leguas de Tayabas.

Don Acisclo buscaba al punto en Málaga comerciante que se allanase a dar el dinero, y resultaba que nadie quería darle sino cobrándose en aceite, dos meses o poco más después, y tomando la arroba de dicho líquido a dos reales menos del precio corriente.

Cuando se casó con su madre nada más que un joven en espera de colocación. Por eso el padre de Isabel, comerciante en ferretería en la calle de Esparteros, se había negado a autorizar aquellos amores, los persiguió con tenacidad y sólo consintió en el matrimonio cuando Alcázar llevó por oposición la cátedra mencionada.

Allá, en las intimidades secretas de su casa, cuando no había de trascender al público, escatimaba, regateaba, sustraía de una cuenta cualquier cantidad por insignificante que fuese; no tenía inconveniente en mentir descaradamente para escamotear a un comerciante algunas pesetas.

Palabra del Dia

godella

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