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Es sílfide ligera de fantásticos vuelos, virgen como sus selvas, azul como sus cielos, ciclón en los combates y céfiro en la paz. Tiene furias de trueno y trinos de canario. Oveja, más no teme al león sanguinario; paloma, más no huye del águila rapaz. Sabe pulsar la cítara con melodioso acento, lúgubre como un cisne, triste como un lamento si se siente morir.

Yo he estado en América, señores; me he batido en aquellos colosales combates de Chuquisaca y Cochabamba, y puedo decir que nada nos consolaba de nuestras privaciones y trabajos como hablar de la Constitución, pensar en ella y poder escribirla en nuestras banderas para hacer doblar la rodilla a los indios más bravos.

Estos combates, sangrientos y obstinados, eran estériles siempre. Ni Rayasinga lograba apoderarse de ningún fuerte de los portugueses, ni estos, salvando las montañas y atravesando los desfiladeros, llegaban a asediar la capital de Rayasinga.

Pues no creáis, señor capitán, que me han faltado combates navales en mi larga carrera de soldado, replicó el noble, y por lo mismo que el castigo de esos bribones presenta dificultades tanto mayor es mi deseo de vérmelas con ellos y sentarles la mano. Á pesar de vuestras palabras, capitán, me parecéis marino experto y valeroso y creo que conmigo ganaréis honra y provecho en esta empresa.

Nacidos y criados en los días azarosos de la guerra civil, testigos de horribles catástrofes, de tremendas injusticias y de sangrientos combates, nos repugnaban aquellos horrores, tan opuestos a la nobleza y a la generosidad juveniles.

Mi tío estaba completamente sometido; en lo único en que era incorregible era, como ya lo he dicho, en materias de amor, y por esta causa se daban los más famosos combates íntimos que tenían lugar. ¿Combates?... digo mal; mi tío no combatía nunca; se entregaba por completo, rendido a discreción, y mi tía emprendía la terrible ejecución del marido infiel.

No presentamos esta obra como un dechado de literatura, porque esto no es posible cuando se escribe al día, pero podrán nuestros lectores encontrar en ella la historia verídica de casi todos los combates librados y de las principales causas del movimiento.

¡Qué mujer! se decía , ¡qué mujer! ¡Vaya usted a encontrar dos semejantes en toda la comarca! ¡A la salud de Catalina Lefèvre! ¡A la salud de Catalina! respondían los demás. Chocaban los vasos unos contra otros, y se reanudaban las conversaciones de combates, ataques y atrincheramientos. Todos se sentían poseídos de una ciega confianza, todos se decían para sus adentros: «¡Esto marcha bien

Desnoyers vió hombres de su edad, erguidos, graves, moviendo los labios, fijando en el altar una mirada vidriosa que reflejaba como estrellas perdidas las llamas de los cirios... Y volvió á sentir envidia... Eran padres que recordaban las oraciones de su niñez pensando en los combates y en sus hijos.

El 2 y 3 de Junio los moros atacan los convoyes, trabándose sangrientos combates; el mismo día 3 se sostuvo otro combate en las inmediaciones de Cabasaran.