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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Así que tropezaba con uno perdía nuestra Julia la chabeta, y gritando con la dulzura de un ruiseñor «¡papá, mamo! ¡papá, mamo!» se iba hacia él y le cogía por el rabo. En la misma categoría que los gatos, o acaso un poco más alto, colocaba Julita a su hermano Miguel, a quien llamaba Michel.
Un hombre ponia candentes unas varas de hierro, las cogia con la necesaria precaucion, se acercaba de un modo imprevisto á sus criados, y les quemaba las piernas, los brazos ó el cogote. Los criados saltaban, gritaban, hacian gestos, y aquel hombre se distraia tambien con aquellos gestos, con aquellos saltos, con aquellos gritos. Así me recreo yo, podria contestaros aquel hombre.
Bou admiró también aquellas mil chucherías que no servían para nada; las tocaba, las cogía en la mano y las volvía a poner con violencia en su sitio, a riesgo de romperlas. Pasado un largo rato volviose para decir algo de mucha importancia a su amiga, y no la vio. Llamola en voz baja, después a gritos; pero Isidora no respondía.
En la mente de D. Fadrique no entraba la idea de la fervorosa caridad con que el hermano Toribio, á fin de salvar y purificar las almas de cuantos muchachos cogía, les martirizaba el cuerpo, dándoles rudos azotes sobre las carnes desnudas.
Seguramente sus torpes manos no recordaban cómo se lleva la comida a la boca. Puestas las raciones sobre la mesa, un criado las cogía y las iba poniendo en sendos cestos que tenía cada pobre detrás de su asiento.
Compare, ¡cómo ha rajado hoy el padre Francisco! se decían uno al otro guiñando el ojo. Y Paca sonreía y cogía cualquiera ocasión por los pelos para volver á la carga. La verdad es que no tenía mérito alguno sufrir con paciencia sus sermones. Era Paca una de las más amables, ingeniosas y profundas mujeres que pudieran hallarse en parte alguna del mundo.
Pues se zambullía al embajador en el Sena, que ya tenía el tal don Salustiano vientre bastante para sobrenadar lo mismo que una boya... ¿Que Thiers se enfadaba? Pues se cogía a Thiers por su copetito de pelos y se le enviaba a cuidar de su casa, dejando en paz la del vecino, y ¡chitón, chitito!...
Y dejando a don Simón más turulato de lo que estaba, cogía S.E. a otro diputado y le decía algo que pudiera halagarle; mientras a Peñascales le agarraba un disidente, y pintándole con vivos colores la situación de la patria, y ofreciéndole en nombre de su partido torres y montones, ponía al Ministerio y a los ministeriales como trapos de fregar.
De vez en cuando, pocas vedes, la cogía doña Andrea en un brusco movimiento en sus brazos, y besando con locura la cabeza de la niña rompía en amarguísimos sollozos. Leonor, silenciosamente, humedecía en todo este tiempo la mano de su madre con sus besos. De España se trajo pocas cosas don Manuel, y doña Andrea menos, que era de familia hidalga y pobre.
Como es natural, cogía por los pelos cualquier ocasión de vejar a sus ministros. Un proceso como el presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de júbilo, lo atendía con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de una hermana. Después de D. Peregrín, fue llamada el ama de la casa de huéspedes de Palencia. Venía presentada por la defensa.
Palabra del Dia
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