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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Oiga, chino Quiroga, dijo algo distraido: me encargo de cobrar lo que le deben los oficiales y marineros, déme usted sus recibos. Quiroga volvió á gimotear: no le daban nunca recibos. Cuando vengan á pedirle dinero, envíemelos siempre á ; yo le quiero á usted salvar.

Durante tres días más, el suceso es para los jóvenes un manantial de alegría, que saborean en secreto. El domingo, Martín va al pueblo a cobrar deudas viejas; no volverá antes de la noche. Los molineros se han ido a la taberna. El molino está desierto. Voy a despedir también a las criadas dice Gertrudis a Juan. Estaremos entonces completamente solos y podremos hacer alguna cosa. ¿Qué cosa?

El diputado español, en cambio, lejos de cobrar, paga. ¿Sabe usted cuánto me han costado a las elecciones? Veinte mil duritos. Así se demuestra el amor a la patria. Y aquí me tiene usted, en pleno mes de agosto, respirando este aire corrompido. Es el aire de la política. Yo había oído hablar de él, pero no lo había respirado nunca.

»Y así, pasándoseme aquel sobresalto primero, torné algún tanto a cobrar mis perdidos espíritus, y con más ánimo del que pensé que pudiera tener, le dije: ''Si como estoy, señor, en tus brazos, estuviera entre los de un león fiero y el librarme dellos se me asegurara con que hiciera, o dijera, cosa que fuera en perjuicio de mi honestidad, así fuera posible hacella o decilla como es posible dejar de haber sido lo que fue.

Así eran los negocios que el duque hacía, no tanto por interés como por impulso irresistible de su corazón. Salió furioso del despacho de su secretario, fuese a la caja y aprendiendo allí que iban a mandar a cobrar al Banco nueve mil duros de cuenta corriente, él mismo recogió el talón después de firmarlo.

Vió cómo salían del montón humano piernas contorsionadas por los estremecimientos de la agonía... Unos soldados avanzaron con el mismo gesto de los cazadores que van á cobrar sus piezas. De la palpitación de los miembros revueltos se elevaron unas melenas blancas y una mano débil que se esforzaba por repetir su signo.

En una ocasión, después de cobrar en juicio a un casero que debía tres años, recibió, al atravesar un bosque, tal pedrada, que llegó a su casa sin sentido, agarrado a la crin del caballo. ¡Y a un hombre así venía a pedirle cuartos un mequetrefe, aquel señorito bobo, de que nunca le había hablado más que con desprecio el Sr. D. Juan Nepomuceno!

Aquel billete estaba premiado con 15.000 duros, que, después de tirar muy despacio sus planes, se apresuró a cobrar la condesa de Albornoz secretamente.

Pero como en estos tiempos de desamortización, libertad y desgracias, nuestra santa iglesia es pobre como una rata, la miseria no deja humor a los señores del cabildo para fijarse en detalles, y todo anda abajo que da lástima. ¡Qué abandono, Gabriel! ¡Si lo vieras! Esto parece una oficina como esas de Madrid adonde va la gente a cobrar y echa a correr en seguida.

Viene después la familia de los legendarios, que estaba a punto de desaparecer de la fauna, y que merced a ciertos trabajos misteriosos de la naturaleza poderosamente secundada por la sección de literatura del Ateneo de Madrid, ha vuelto a cobrar vida en estos últimos años. Los legendarios aborrecen la edad moderna y desprecian la antigua.

Palabra del Dia

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