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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Manteneos tranquilo y escuchadme hasta el fin; la felicidad de toda vuestra vida, quizá dependa de vuestra sangre fría... Después de pensarlo bien, me acordé del afecto que me tenéis; la gratitud y la compasión vencieron, y he pensado que sois sin duda víctima de personas perversas que quieren librarse de un testigo inocente, mediante alguna cobarde traición.

«Pero él en su espada, con nervio pujante La patria y sus glorias sostuvo constante, Y nunca cobarde su espalda dobló: Miró su bandera de polvo cubierta, Miró de la lucha la arena desierta, Y entonces su frente soberbia rindió. «Su grande destino la muerte ha cortado! La causa camina, pero ¡ay! está helado El soplo de fuego que vida le dió!

Aquel hombre poderoso pedía que le compadeciese. ¿Qué pediría él, que llegaba impulsado por una vergüenza de familia?... Dupont cayó desalentado en su asiento, la cabeza entre las manos, con la facilidad con que pasaba su carácter de la acción desordenada e impetuosa al anonadamiento cobarde. Suspiraba, con tristeza: ¡La familia!... ¡la familia!...

Vinieron escenas sobre escenas, personajes sobre personajes, cómicos y ridículos como el bailli y Grenicheux, nobles y simpáticos como el marqués y Germaine; el público se rió mucho del bofeton de Gaspard, destinado para el cobarde Grenicheux y recibido por el grave bailli, de la peluca de éste que vuela por los aires, del desorden y alboroto cuando cae el telon. ¿Y el cancan? pregunta Tadeo.

Con este acelerose el vencimiento, Porque supo decir: este merece Gloria, pero aquel no, sino tormento. Y como ya con distincion parece El justo y el injusto combatiente, El gusto al paso de la pena crece. PEDRO MANTUANO el excelente, Fuiste quien distinguió de la confusa Maquina el que es cobarde del valiente.

EL SACERDOTE. ¡Ah! ¡con ese valor, con esa energía! ¿qué destino hubiera sido el suyo? Es verdad... EL POPULACHO. ¡Oh! el cobarde llora. ¡Muera el cobarde!

Este hecho debía haber llegado, probablemente, a conocimiento de nuestros enemigos; de ahí este cobarde atentado contra mi vida.

Sin fijarse desde luego en el desorden en que se hallaba Juana, fue hacia ella con el paso rígido de un espectro y dijo clavándole la vista: ¡Su marido se bate mañana con mi hijo! Lo contestó Juana ; acaba de decírmelo. ¡Ah! replicó amargamente la anciana señora . ¿Acaba de decírselo? ¡Es el acto de un cobarde! , pero usted, ¿cómo lo sabe?

He dicho que no quiero la vida, no la quiero: quédense ustedes con ella, y divertirse; prefiero ser comido de gusanos y no que la miseria me devore... Yo creo que la fría impresión del revólver sobre la sien, me dura todavía, y es por eso que el valor me abandona; siento el peso del arma en el bolsillo, y la sangre se me hiela, ¡soy un cobarde! pues no, no lo soy y he de probarlo... En lugar de apuntarme a la cabeza, me apuntaré al corazón: así, la muerte vendrá más pronto; ya te enseñaré a no brincar como ahora, saltarín de los demonios.

Como vieron los dos que yo iba tan adelante dieron en decir mal de . El portugués decía que era un piojoso, pícaro, desarropado; el catalán me trataba de cobarde y vil. Yo lo sabía todo y a veces lo oía, pero no me hallaba con ánimo para responder. Al fin, la moza me hablaba y recibía mis billetes.

Palabra del Dia

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