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Actualizado: 29 de junio de 2025
Este fué Julian Apasa, indio pobre y desconocido, que de sacristan pasó á peon de un ingenio, y despues sabiéndose aprovechar de las turbaciones suscitadas por los Tupac-Amaru, ayudado de otro, llamado Marcelo Calle, adquirió una autoridad tan gigante, que puso á su devocion en pocos dias las provincias de Carangas, Sicasica, Pacajes, Yungas, Omasoyos, Larecaja, Chucuito y otras: y para que los indios de ellas tuviesen mas respeto y veneracion á su persona, y diesen mas ascenso á sus persuasiones, se apellidó Tupac-Catari, juntando el de Tupac de José Gabriel, y el apellido de Catari, propio de los tres hermonos que fomentaron los primeros movimientos en la provincia de Chayanta.
De este modo se libertaron los constantes vecinos defensores de la villa de Puno, que por tanto tiempo habian sufrido un obstinado sitio, rechazando los ataques de los rebeldes de ambos partidos; esto es, de los que hostilizaban por la parte de Chucuito, que obedecian á Julian Apasa, apellidado Tupac-Catari, bajo el título de virey de Tupac-Amaru; y por la otra de los esfuerzos de los indios de las provincias de Azangaro, Lampa y Carabaya, que bajo las órdenes de diferentes caudillos, y aun de las de Diego Cristóval Tupac-Amaru, procuraron con la mal obstinada constancia rendir aquella villa y sacrificar á su furor las vidas de todos sus habitantes, á cuyo empeño les estimulaba la consideracion, de que quitada esta barrera, quedaban enteramente á su disposicion todos aquellos dilatados dominios, y que en ellos no estaba ya por el Rey otra ciudad que la de la Paz, que consideraban tambien en sus manos, siempre que pudiesen reunir las fuerzas y dedicarse á su espugnacion con empeño, como lo habian ya principiado: graduando aquella empresa, la única que les faltaba para afianzar su tirano dominio en todas las provincias de la Sierra, como se verá mas adelante, porque ahora se hace preciso retroceder algunos pasos para tomar desde su orígen el sitio de Puno, y los motivos que obligaron á su corregidor, D. Antonio de Orellana, á formar el proyecto de resistir á los rebeldes en aquel pequeño recinto: resolucion que justamente merece se traslade á la posteridad, á fin que la constancia, fidelidad y espíritu de este vasallo, y de los demas que le acompañaron, sirvan de estímulo para imitar una accion que es tanto mas admirable, cuanto en él no concurrian ni el menor conocimiento, ni los principios del arte de la guerra.
Para este logro, mandó sin pérdida de tiempo abrir fosos, levantar trincheras en los puestos mas necesarios, abastecióse de las municiones de guerra y boca, que permitia la escasez en que se hallaba, y considerándose todavia muy inferior á los esfuerzos de los rebeldes, reunió las fuerzas que tenia el Gobernador de Chucuito, D. Ramon de Moya, quien se habia restituido por este tiempo á su provincia, para obrar de concierto, ofensiva y defensivamente.
Asimismo el Gobernador de Chucuito, luego que supo la alteracion de los primeros pueblos de su provincia, solicitaba los medios de sosegarla, y habiéndose tratado en junta, de guerra los que parecian mas oportuno, se propuso remitir gente armada para contener aquellos movimientos, á que no asintió Orellana por la consideracion de que, siendo dimanados de la misma causa que los demas, era indispensable que toda la provincia se conmoviese, y por consiguiente quedase encerrado el destacamento en el centro de ella: como efectivamente le sucedió al que, por órden particular de su Gobernador, se despachó á las del cacique de Pomata, D. José Toribio Castilla, que fué sacrificado con 25 hombres que le acompañaban en su mismo pueblo; ocasion que aprovecharon los vecinos para declararse á cara descubierta por el rebelde.
Por otra parte, los pueblos de Yunguyo, Desaguadero y Cepita de la provincia de Chucuito, se declararon por el partido de rebelion y se unieron á los de la provincia de Pacajes, impidiendo pasase un extraordinario, despachado por Orellana al Comandante de la Paz, en que le pedia nombrase un sugeto capaz de mantener y defender aquel puesto que ya consideraba preciso, en atencion á que de resultas de la caida del caballo estaba imposibilitado de continuar tan importante objeto: y en consideracion á que habia sido infructuosa aquella diligencia, no pensó en otra cosa que en prevenirse para hacer menores los daños que esperaba, y resistir las invasiones que repitiesen los insurgentes.
Se supo tambien al mismo tiempo, por diferentes prisioneros, que contestes hicieron uniformes relaciones al General, que los indios de las provincias de Chucuito, Omasuyos y Pacajes, continuaban el sitio de la villa de Puno, y que la tenian reducida á tales términos, que estaba muy cerca de rendirse.
Concluida la operacion que se habia encargado á estas compañias, mandó Orellana se apostasen fuera de la poblacion, hácia las avenidas de Chucuito, porque en aquella parte se descubria el grueso de enemigos, quienes no tardaron en trabar con ellas algunas escaramusas que duraron hasta las dos de la tarde, en que salió á sostenerlas parte de la fusileria, haciendo un fuego continuado sobre los que acometieron.
Así se esplicaba este rebelde, para seducir á los pueblos, engrosando su partido, y con mano armada pasando á los filos de su cólera á cuantos se le oponian, invadió las provincias de Azangaro, Carabaya, Tinta, Calca y Quispicanchi, que por fuerza ó de grado se declararon sus partidarias, á cuyo ejemplo siguieron el mismo rumbo las de Chucuito, Pacajes, Omasuyos, Larecaja, Yungas y parte de las de Misque, Cochabamba y Atacama.
Palabra del Dia
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